Escritor

Les contaba ayer la historia del falso parado que, utilizando los métodos del Lazarillo, consigue ser reconocido en la Seguridad Social gracias a ciertas artes, no precisamente marciales. Bueno, todo estos lodos vienen de antaño. O sea, de la Guerra Civil española, que dejó con muy mala conciencia a Franco y a la Falange, tras el fracaso de la reforma agraria, que es el hecho que da paso a la guerra tras las insumisiones campesinas. Ya en Burgos, Franco mandó a los intelectuales de las JONS ir pensando en un Fuero del Trabajo. La salida de la guerra, sin un mínimo de compensación histórica frente a las masacres de los trabajadores, dio lugar a ese fuero, donde de forma rimbombante todo español tenía derecho al trabajo. Sonaba raro, sobre todo porque gran parte estaban muertos y la empresa no existía. El trabajador era tratado como un perro vagabundo, y la empresa como tal no existía. Era una entelequia, y por supuesto las asociaciones empresariales eran el resultado de la propia desvertebración de España. Entonces no se le ocurrió otra cosa, con ese pesar histórico, que nombrar al León de Fuengirola, o sea, José Antonio Girón de Velasco, ministro de Trabajo, en un país donde sólo había escardadores y segadores, pues tanto en el País Vasco como en Cataluña eran incipientes los guetos, y de lo que había quedado sale la mano de obra.

Es decir, comenzó una soterrada persecución de las empresas, que veían asombradas que, pese a ganar la guerra, la inspección tenía mayor dureza que la que pudieron heredar de los inspectores de la República. Esto dio paso a una élite de inspectores con sueldos (los más altos del Estado), incluso mayores que los del otro cuerpo altivo, de la Hacienda hispana.

Lo que tenemos ahora es la herencia de una desvertebración producida por una guerra, de la que se salió con muy mala conciencia. Fuentes Quintana, antes de tomar posesión como ministro de Economía en el primer gobierno demócrata, escribió un artículo donde aseguraba que crear empleo en España era prácticamente imposible. Pues la razón no es otra que la desvertebración de España, que prosigue, pese al llamado Estado de Derecho. Y lo que es peor, no se ven luces en el horizonte. El PER se ha restablecido, pero es que el PER es otra cosa.