Inmersos en el estruendo electoral, viene como anillo al dedo comentar la presencia y actuación de las mujeres en la política, aunque continúan a la zaga del hombre en la sala de máquinas del poder político. ¡Como siempre! Aunque, eso sí, muchas destacan en los medios de comunicación, son gerentes de hotel, directoras de banco, actrices famosas y grandes novelistas... Mas sin abandonar su rol habitual: como hacer los faenas del hogar, ir de tiendas, preparar la colada, llevar el carrito del bebé, barrer, fregar, limpiar la casa...

Porque pesa mucho la cultura machista, que da al hombre los altos puestos de la política, mientras aquélla ejerce cargos de menor rango; aunque se ha iniciado ya su irreversible marcha hacia puestos de mayor lustre social. De ahí que haya partidos políticos que se inclinan por el sistema de cuotas estableciendo un cierto porcentaje femenino en los puestos. Lo que no asume la derecha, que prefiere que los ocupen en base a su talento y preparación. Más allá de que se diga: "Detrás de cada hombre ilustre, hay una mujer brillante". Pero, detrás, sin proyectar sombras al varón.

Así las cosas, solo participa un 25% de mujeres en la política europea, y es mínima en Africa, Asia y Sudamérica. ¿Barreras socioculturales, sujetas a coyunturas históricas, impidiendo mayor participación femenina? ¿Prejuicios y estereotipos? ¿O faltan programas para una mayor participación de la mujer en la res pública ? Muy débil es, pues, su toma de decisiones de gobierno, en economía, sociedad y cultura. Y si hubo mujeres en los altos cargos (Indira Ghandi, Margaret Thatcher, Isabel Perón, Michelle Bachelet, Condoleezza Rice, Violeta Chamorros, Hilary Clinton ...), en general se han subestimado sus inequívocas capacidades, como ministras o secretarias de Estado, etcétera. Actualmente, sólo 10 mujeres son jefes de Estado y 14, jefes de gobierno.

Por ello, la mujer no está al nivel del hombre en actuación política, con poca presencia en cargos directivos, administración pública, sector privado o académico. En claro contraste con su capacidad de liderazgo, ya por barreras jurídicas o por instituciones que limitan sus opciones a cargos superiores. La Asamblea de Naciones Unidas, en 2011, confirmó su postergación política, debido a ciertas prácticas y estereotipos de carácter regresivo, amén de otras razones. Política que, por otra parte, es gran torrente que hay que saber sortear; mas no se duda de su mucha habilidad.