TEtn esta nueva etapa que vivimos en España hay un expresión que suena como nueva, a pesar de que debería haber sido siempre la base de todo mecanismo de trabajo democrático: la participación política. Al PP le suena a algo tan ajeno que le resulta por completo imposible comprenderlo. De ahí que si está en la oposición la ridiculice y si está en el poder la ignore por completo.

La participación política, la discusión de propuestas y decisiones, la consulta amplia, respetuosa y enriquecedora, son fórmulas imprescindibles no sólo porque hay que conjugar las distintas posturas de los individuos y grupos sociales, sino porque es un método imprescindible para el enriquecimiento colectivo y la mejor forma de que aquello que se ejecute cuente con mayor aceptación.

Pero ocurre que el partido que ha tenido un poder tan grande por toda España y que aún lo conserva especialmente en muchos grandes municipios, ni ha practicado ni tiene intención de practicar nada que se parezca a lo anterior. Su imposición por decreto, contra viento y marea, su negativa a debatir y su ceguera ante las protestas de los demás les ha llevado al reciente fracaso electoral estatal. Su soberbia, pataletas y desmelenamientos por ese fracaso, en la actualidad, le llevará --será conveniente y casi seguro-- a un nuevo fracaso en las elecciones europeas.

Sólo falta que dentro de tres años sigan esa senda en los ayuntamientos --si persisten en sus actitudes prepotentes-- por el bien de la democracia y la participación colectiva. Y que de sus cenizas salga por fin un partido presentable, abierto, dialogante, que será necesario para una democracia equilibrada.

*Historiador