La desazón es la sensación general fuera del universo en donde viven los fanáticos de la confrontación. En esta ecuación diabólica en la que estamos inmersos los españoles, donde los errores de la política del presidente del Gobierno tienen como respuesta mecánica la desproporción desleal del Partido Popular, las llamadas a rebato que realizan ambos solo conducen a la instalación de un miedo en la sociedad que recuerda épocas superadas.

Las encuestas son tozudas al indicar que los ciudadanos, en un porcentaje muy alto, ni entienden ni comprenden algunos aspectos sustantivos de la política antiterrorista del Gobierno. La llamada del PP el próximo sábado a una nueva manifestación contra la política antiterrorista del Gobierno, promete batir récord de participación. Pero esa radicalidad permanente aleja al Partido Popular de un centro que le permitiría aspirar a ganar. ¿Por qué no puede modular el PP su respuesta en materia de lucha antiterrorista a unos parámetros aceptables para unos ciudadanos que en las encuestas también se muestran disconformes con esta actitud?

La partida está en tablas y ninguno de los contendientes demuestra inteligencia para modificar sus estrategias. José Luis Rodríguez Zapatero no ha aprendido nada del descalabro que le proporcionó a José María Aznar la guerra de Irak y está empecinado en una negociación con ETA que no aprueban los españoles y que tiene su contestación en la calle. Y el PP, en vez de manejar una respuesta inteligente y moderada, atrae a la extrema derecha para que se funda en el paisaje del partido conservador.

Muchos se empiezan a preguntar por qué nos ha tocado en los umbrales del siglo XXI una clase política tan incapaz. Lo peor que puede ocurrir es que esta partida, que ahora mismo está en tablas, termine por no convocar a ningún espectador y que muchos ciudadanos decidan quedarse en casa el día de la elección aunque solo sea por no contemplar de cerca un espectáculo tan poco edificante.

*Periodista