No se puede mirar el pasado con los ojos del presente». Has leído esta frase de Arturo Pérez Reverte en una entrevista que le ha hecho El Periódico y te ha llevado a pensar en otras frases pronunciadas por políticos que se acercan al pasado para verlo desde la perspectiva del presente. Y lo más sorprendente es que algunos de ellos eran unos niños o no habían nacido en ese pasado del que hablan.

Hace ya cuarenta años, los españoles vivimos un periodo político al que todos llamamos Transición, excepto algunos, que ya digo, no la vivieron o eran muy niños. Estos la llaman con menosprecio ‘Régimen del 78’. Claro, que tampoco les tocó vivir el verdadero Régimen, el que duró cuarenta años, durante el cual ellos hubieran sido ciudadanos obligados a oír, ver y callar. Algunos, incluso dudan de nuestra democracia. Estos deberían probar vivir unos años en un país totalitario, donde los derechos fundamentales del individuo son una quimera.

PARECE SER que para muchos políticos de Podemos, jóvenes todos, la Transición Española fue un tránsito de la dictadura a la democracia insuficiente, que debería haber transcurrido fluidamente, sin cortapisas, como si todos los españoles esperaran ansiosamente esa democracia. Cosa que muchos de los que peináis canas hubierais deseado. Pero, del quiero al puedo a veces va un largo trecho. El caso es que los políticos de entonces, Adolfo Suarez, Santiago Carrillo, Felipe González, y otros, como los siete padres de la Constitución, se las vieron y se las desearon para sacar la democracia adelante y esquivar la zarpa de los continuistas del Régimen. La sombra del franquismo era demasiado larga, como profunda era la nostalgia de parte del ejército, algo que se pudo comprobar en aquel intento de golpe de estado de febrero de 1981, cuando la democracia aún estaba fresca.

Tal como pintaban las cosas, digamos que se hizo lo que se pudo. Y ahora vienen estos jóvenes políticos hijos de la democracia moderna a llamar dóciles y reaccionarios a esos viejos padres de su libertad. Perdónalos Señor, que no saben lo que dicen -ni lo que piensan, ni lo que hacen-. No se puede mirar el pasado con los ojos del presente. Sobre todo cuando el futuro requiere toda la atención.