TAt medida que el gobierno de Zapatero se acerca más hacia el final de la violencia y el comienzo de la paz en Euskadi y España, hay quienes se afanan en derrumbar el proceso iniciado y no entienden --ni siquiera admiten-- que ha llegado a la Moncloa un presidente con capacidad y voluntad de diálogo, algo que los hechos van dejando claro y que deja un espacio para la ilusión y la esperanza, así como el presentimiento de que esta vez sí es posible.

Hasta lo de ahora los compromisos adquiridos con la ciudadanía han ido tomando forma y se han ido cumpliendo, de manera lógica y secuencial, tras el anuncio del pasado 22 de marzo. Ya existe fecha para el inicio de tan ardua negociación y eso refuerza aún más el hecho de que --por primer vez-- parece que esto va en serio y además, pese a lo que algunos criticaban, las víctimas son tenidas en cuenta. Para ello, se va a proponer que exista un reconocimiento en el documento más importante de la democracia, la Constitución, tratándose pues, de un acto más de firmeza y de respeto hacia quienes se han llevado la peor parte en todo esto. En ese escenario se inicia un nuevo capítulo en el camino hacia la esperanza y hacia el logro de la paz, una nueva etapa de la democracia cargada de ilusión y a buen seguro no exenta de adversidades, una puerta abierta hacia la integración de las diferentes ideologías y posturas en el seno de los derechos y libertades, un punto de inflexión que conducirá a este país hacia un horizonte sin atentados ni extorsiones, y en definitiva, una oportunidad en la que debemos implicarnos todos, si no de manera directa, sí al menos respetando y animando a quienes han tenido la osadía y yo diría, el acierto, de pasar de la barrera al ruedo y tomar al toro por los cuernos. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural