Le vi en una céntrica calle de Santander, a mediados de agosto hace dos años, encamisado y encorbatado, chaqueta en brazo, sosegado y meditabundo, inhalando con parsimonia el humo de su puro habano, entre el tumulto de transeúntes, como uno más. "Mira, El Revilluca", se oía decir a algunos paseantes. Sí, era Miguel Angel Revilla , el presidente de la Comunidad de Cantabria, hombre controvertido en su tierra que cae bien fuera de ella, quizá por esa sana y ocurrente comicidad de la que hace gala cuando promociona sus anchoas y por aquello de coger taxis cuando va al palacio de la Moncloa y presentar a los taxistas al presidente del Gobierno, o por decir: "Cantabria me pone, pero España también me pone". El mismo que hace unos días se entrevistó con Zapatero para que a su AVE no le corten las alas, siga haciendo camino al andar y llegue a buen puerto. Manifestó salir satisfecho de la entrevista al haber hablado con un Zapatero receptivo y predispuesto. Dijo en tono paternal, exhibiendo esa típica empatía que suele tener con el presidente del Gobierno, que lo había encontrado muy desmejorado, que se le notaba cierto cansancio por la situación por la que está atravesando, pero le había asegurado que a pesar de todo no abandonará el barco. En pocas palabras: no piensa convocar elecciones anticipadas.

Supongo que la jugada de Zapatero consiste en aguantar, como buenamente pueda, las continuas embestidas de oposición, patronal, sindicatos y demás colectivos, confiando en que la crisis remita antes de las próximas elecciones y pueda ganar la partida a sus detractores. Como aquel boxeador maño de los años 70 llamado Perico Fernández , que se dejaba pegar por sus rivales hasta que se cansaban y aprovechaba entonces para propinarles su golpe de k.o. Zapatero tiene una patata caliente entre las manos que quema mucho, pero se resiste a soltarla. Me pregunto si Rajoy posee manoplas calorífugas para sostenerla y enfriarla, y se acuesta todas las noches deseando cogerla cuando despierte; o por el contrario, sufre pesadillas sólo de pensarlo.