En la antología del disparate, sección de declaraciones periodísticas, quedará para siempre el del ministro de Agricultura y Pesca, señor Arias Cañete, después de que el petrolero Prestige vertiera en el mar miles de toneladas de fuel, frente a las costas gallegas. Considerando que la ciudadanía es tonta, declaraba el ministro: "La rápida intervención de las autoridades alejando el barco hace que no temamos una catástrofe ecológica ni grandes problemas para los recursos pesqueros".

El patinazo es comparable con el de aquel ministro de Hacienda de los años franquistas, que en un fin de semana de altibajos monetarios, salió el domingo por la noche en televisión para afirmar: "La peseta goza de buena salud". El lunes sufría una considerable depreciación.

El señor Arias Cañete sabe que la mayoría absoluta da mucho poder al que la tiene. Permite gobernar como si la oposición no existiera y que las leyes se aprueben tal como las quiere el gobernante. Pero el poder que otorga la mayoría absoluta no llega hasta el extremo de que convierte en realidad los deseos de los ministros. Lo sabe ahora el titular de Agricultura y Pesca. Quería tranquilizar a la gente y, desde que pronunció aquella frase, la situación no ha hecho más que empeorar en las costas gallegas. Miles de personas se han quedado sin los recursos que les tenía que proporcionar el marisqueo de la campaña navideña.

La prudencia es virtud que debe tener todo ministro. Hay planchazos que no tienen arreglo. Intentarlo es peor. Las primeras declaraciones no se olvidan. Se las recordará la gente y si pudieran lo harían los percebes, las nécoras y los cormoranes.