Periodista

Si vemos por televisión a Aznar dando mítines rodeado de mujeres y a Rodríguez Zapatero junto a muchas candidatas no es porque les haya entrado el síndrome de Jesulín de Ubrique, sino porque sus técnicos electorales se han dado cuenta de que la gran mayoría de quienes en las últimas semanas decidieron cambiar de voto, de PP a PSOE, en todos los rincones de España son precisamente mujeres.

Ellas han sido las tránsfugas de la guerra, el segmento de votantes potenciales del 25-M que más confiesa a los encuestadores que el apoyo de Aznar a Bush les va a resultar determinante.

Y sobre ellas se va a centrar la campaña: los socialistas tratarán de mantener vivo el recuerdo de su indignación, los populares de que olviden la guerra que tanto les molestó.