Tras pasar unos meses sin tomarle el pulso a la nueva situación económica, el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha dado las primeras muestras de empezar a lidiar el toro de la crisis desde el realismo y la responsabilidad. De momento, tanto el presidente como el vicepresidente Solbes han dejado de esconder la palabra crisis y ambos se refieren sin ambages a la dureza del momento, tanto por la brusquedad de la desaceleración, apreciable en todos los indicadores, como por las dificultades que van a existir para salir del trance en un plazo corto. El espectáculo de políticos y periodistas discutiendo una mañana tras otra si lo que tenemos delante es o no una crisis resultaba un debate tan pueril como estéril. Es positivo que haya un acuerdo sobre los males que nos acechan, por encima de controversias terminológicas.

Pero más importante aún es que Zapatero haya conseguido el respaldo de sindicatos y patronales para marcar unas líneas maestras para la salida del bache con otro patrón de crecimiento. Ese es el valor del documento firmado ayer en la Moncloa por el presidente y los dirigentes de CCOO, UGT, CEOE y Cepyme. Abordar los tiempos duros que vienen con un compromiso social como el sellado ayer es una buena noticia en sí misma. El documento no es un listado de medidas concretas, pero sí establece un marco en el que el Gobierno puede moverse con comodidad. Para los sindicatos es un triunfo que los empresarios renuncien al abaratamiento de los despidos, mientras que para las patronales es satisfactorio saber que no viene una oleada de huelgas y que el Gobierno va a prestar máximo apoyo a la renovación del tejido productivo.