TAtyer, éramos juguetes en manos de gigantes embriagados, que nos empujaban ora a la izquierda, ora a la derecha. Hoy, los gigantes parecen haber salidos de su embriaguez, ríen y juega con nosotros hablando de paz.

Despierto por la mañana y veo la paz sentada a mi lado envuelta en palabras sobre los rostros de las cartas, periódico y revistas.

Trato de expulsar de mi mente todas las acciones petulantes y endiabladas para solucionar conflictos de guerras y enfrentamientos, y se convierten en zumbidos en mis oídos y tumulto en mi cerebro. Después de tantas reuniones buscando soluciones a los conflictos de guerra en busca de la paz. Yo pregunto: ¿qué es la paz tan deseada?

Ignoro si los gigantes de turno han descubierto que la paz es más que un pensamiento ilimitado. La paz es la causa de todas las consecuencias y consecuencia de todas las causas- y que tan sólo el amor puede conducir a ella. ¡Que callen los cañones y las bombas! ¡Que callen los gigantes de turno!

Penetro en los tribunales, escuelas e instituciones y solo encuentro, mentiras, astucias y falsas doctrinas.

Cuando por la noche regreso a mi casa encuentro las mismas palabras escuchadas durante el día en la calle, la radio o la televisión, pendiendo del techo como serpientes y caminando por los rincones como escorpiones.

Millones de hombres suspiramos por aquel día en el que llegue la paz llenando corazones y vidas de melodía y quietud profunda.

Aquel día, los que sufren los horrores de la guerra y otros conflictos particulares cantarán: ayer, comíamos el pan amasado con sangre y bebíamos el agua mezclado con lágrimas; hoy, recibimos el maná de las hadas de la aurora y bebemos vino perfumado con la fragancia de la primavera.

*Licenciado en Filosofía