Hace unos días en Zaragoza, quiso la fortuna que pudiera compartir mi tiempo con personalidades relevantes como el profesor Gregorio Peces Barba . De ese fin de semana saqué como conclusión que en los espacios cortos la reflexión de la información que se intercambia permanece más en nuestra memoria que la percibida en los grandes discursos. La bella sentencia que encabeza este artículo es una cita de Maritain a la que hizo referencia el expresidente del Congreso.

En torno a un café hablamos de ciudadanía y nos preguntamos por qué los gobiernos/partidos de derecha en Europa, junto con la Iglesia de estos países, no han mostrado una oposición tan virulenta a una materia específica como lo han hecho en España.

Cuando comenzó este debate parecía que íbamos a ir a Marte, a un lugar donde nadie había estado antes. Sin embargo, a poco que nos esforcemos en leer lo que pasa a nuestro alrededor, nos percatamos de que quizás hemos tardado demasiado tiempo en ir. Que muchos países ya han realizado el recorrido que nosotros iniciamos con estas turbulencias, ahora.

Y salió la diferencia entre el pensamiento católico liberal y el de los convocantes de manifestaciones casi reivindicativas del pensamiento único. De aquellos que no aciertan a diferenciar los matices entre la ética pública y la privada.

Todo ello por no referirnos al olvido de la denominada ciudadanía cosmopolita. Es decir a la constatación de que muchos individuos, incluso residentes en nuestro país, no gozan de todos los derechos de los que la mayoría disfrutamos. De que la huida de sus hogares viene motivada, no solo por el deseo de mejorar las condiciones de vida, sino también por un anhelo en la conquista de igualdad de oportunidades en el acceso al Estado de bienestar. Sí, la ciudadanía. Concepto tan denostado. Fácil de adquirir en Honduras, o en Nicaragua y tan complejo en Estados Unidos, Kuwait o la propia España, por señalar algunos ejemplos.

Por muchas de estas razones es positivo que Rajoy anuncie que si gana las elecciones eliminará la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Es bueno que la gente conozca esta oferta. Que nos atengamos a sus consecuencias. A lo mejor les vendría bien la adquisición de contenidos tan peligrosos como: los Derechos Humanos, la Constitución, la preservación del medio ambiente, la defensa del patrimonio cultural, la cooperación al desarrollo, la educación vial... Es sólo una sugerencia.