No es porque el problema, por llamarlo de alguna manera, catalán afecte a esta humilde escribiente, por haber pasado su infancia feliz y parte de su gozosa juventud en aquella bendita tierra o por ser nieta, hermana, ahijada, prima, tía y amiga de catalanes. Tampoco que lo viva con mayor ansiedad que otros españoles por llevar grabado en alguna parte ignota de su espíritu, de modo notoriamente físico e imprecisamente situado a veces en el corazón a veces en la boca del estómago, un sentimiento cálido, sonriente y tierno. Ni que este se alimente de recuerdos luminosos que mantienen en su interior una constante y salvífica sensación de bienestar. Ni porque sean indelebles ya en su alma la seguridad con que se sentía protegida en aquellas hermosas paredes del piso fresco con larguísimo pasillo de la casa de sus padres en la calle Lauria. Ni porque algunos de los mejores recuerdos de su vida procedan del olor dulce y la paz respirada en el colegio Jesús María de la calle Caspe, donde en Navidades siempre le tocaba hacer de pastoret, adornada con roja barratina, aprendió a rezar en castellano y catalán y lo mismo cantaba "Paff era un drac magic" que "Veniid y vaamos todos".

Tampoco es porque periódicamente en su madurez serena se haya sentido agredida e insultada en esta plácida, orgullosa, austera, acogedora, sufrida, laboriosa y a menudo maltratada tierra extremeña por tanto rencoroso, que desde su cómoda posición nacionalista cargada de ignorante razón, clamaba contra los perezosos del suroeste que les robaban, cuyos niños con el culo al aire apadrinaban y cuyas injustas subvenciones pagaban.

Tampoco es por los millones defraudados, la mentira institucionalizada, el montaje cursi y pedigüeño, la eterna cantinela agraviada, la utilización de los sentimientos de la gente, la manipulación de los niños, la segregación del que no piensa como ellos, y en fin el "España nos roba".La repugnancia es porque, aunque constaten que el que les robaba era su particular padre de la patria, no van a mostrar vergüenza ni arrepentimiento ni van a pedir perdón.