En los diarios económicos de todo el mundo, y en los españoles también, se consolida la hipótesis de que España podría estar acercándose a una suspensión de pagos que únicamente podría ser evitada mediante un ingente apoyo financiero internacional: un nuevo plan de salvamento a la irlandesa o a la griega, solo que de dimensiones tan grandes que se duda de que los países que habrían de correr con ese esfuerzo tuvieran la capacidad y la voluntad política para abordarlo.

Las crónicas de los mercados cuentan que los inversores internacionales han decidido huir de los títulos españoles. Por eso sube, casi cada hora que pasa, la prima de riesgo --el precio que el Estado ha de pagar para colocar su deuda-- y caen las bolsas, arrastradas por los valores bancarios, los que más dudas generan, debido al altísimo endeudamiento de nuestras instituciones financieras.

Frente al pesimismo que todo eso genera, también está muy difundida la sensación de que, aunque sea en el último momento, los grandes --con Alemania a la cabeza-- harán algo para evitar un desastre en España que les afectaría a todos. Hay quien piensa, incluso, que la presión de los mercados pretende, como objetivo último, provocar esa reacción.

No se puede exigir al Gobierno que confirme unos y otros extremos porque, además de la prudencia, el silencio en estas materias es una de las pocas armas que le quedan. Pero sí cabría pedirle que tuviera más en cuenta el estado de ánimo de los ciudadanos, golpeados por los citados datos, por los bulos y por las ensoñaciones o estupideces de muchos tertulianos.

Zapatero y sus ministros no solo deben hablar, o callar, para los mercados. Además, han de transmitir algún mensaje inteligente a la sociedad. No lo es la negación, machacona y sin más, de la realidad. Porque mucha gente empieza a tener miedo. No solo los parados, aunque estos ya tienen poco que perder, sino también los millones de ciudadanos que no saben lo que va a pasar con sus ahorros. Es necesario que alguien les dé argumentos de peso para que dejen de temer por ellos.