XAxnte todo, vaya por delante que pienso que lo lógico era lo que ha sucedido: que en Euskadi gobierne Juan José Ibarretxe . Es lo que proclama la lógica, la ética y la estética política.

Parece, sin embargo, carente de lógica que Ibarretxe, que todo el mundo sabía que iba a ser el nuevo-viejo lendakari , lo sea gracias a dos votos prestados por un partido fantasmal, hermético, carente de los más mínimos postulados de la transparencia y presumiblemente trampa-tapadera de Batasuna. Puede que más prudente y sabio hubiese sido que el socialista Patxi López , en la segunda convocatoria del jueves, hubiese retirado su candidatura para facilitar el ascenso de Ibarretxe y que éste no le deba el cargo al PCTV.

Lo que ha ocurrido en el País Vasco desde las elecciones de abril lo veo como un fracaso en la estrategia de Zapatero , consistente en llegar a acuerdos entre socialistas y nacionalistas que impliquen la posibilidad de formar gobierno. Hasta ahora, ese esquema solamente se ha materializado en Cataluña, donde todos son nacionalistas --empezando por la fracción mayoritaria del PSC--, y que no está teniendo, en su primer año y medio de legislatura, un trayecto demasiado glorioso precisamente. En Galicia, el acuerdo con el Bloque Nacionalista Galego está ya diseñado, a falta del veredicto del voto emigrante. Pero la perla de la corona, Euskadi, no ha podido ser. Quizá por torpezas desde el Gobierno central --aunque por falta de talante de Zapatero no habrá sido, desde luego--, acaso porque no ha funcionado del todo bien la conexión Moncloa-PSE. Pero, sobre todo, por la tozudez de Ibarretxe, que ahora nos amenaza con cuatro años más de plan Ibarretxe , dialogado, eso sí. No parece haber entendido las lecciones de las urnas de abril. Tiene un tripartito no del todo cohesionado, pero en el que manda --a diferencia de Maragall en Cataluña, sus socios necesitan más al PNV que el PNV a sus socios--, tiene fracturada a la sociedad vasca --lo que tampoco ocurre en Cataluña, por mucho que se discuta en torno al Estatut y sus detalles-- y, tras su discurso programático, se prevén nubarrones con Madrid, que es algo que los vascos patentemente ya no quieren. Pero eso a Ibarretxe, ciego y sordo al clamor de los sindicatos, de los empresarios, de los profesionales, no le importa: él, a lo suyo, plan, plan, plan.

Sobre Ibarretxe hay otras muchas cosas, buenas y malas. Es honesto, dice lo que piensa, aunque piense poco lo que dice. Como ciudadanos del mundo, muchos nos resentimos de su localismo.

No incita precisamente al optimismo el inicio de la legislatura bajo los mismos tambores de la antigua. Los vascos no le dieron mayoría absoluta al tripartito encabezado por Ibarretxe, y eso ha de ser por alguna razón; pero él va a mantener la misma política de siempre, agravada ahora por el abrazo del oso del PCTV, a cuya ilegalización siempre me he mostrado contrario, pero no precisamente porque se trate de un partido de corte democrático, que obviamente no lo es, sino porque no parece haber suficiente enganche legal para hacerlo. Y porque representa los votos de miles de personas que más vale que estén representadas en el Parlamento. Claro que una cosa es sentarse en el Parlamento y otra, muy distinta, echar el aliento en la nuca del lendakari desde las sombras de Ajuria Enea.

No incita al optimismo el inicio de la legislatura vasca bajo los mismos tambores de la antigua. El tripartido de Ibarretxe no tuvo mayoría absoluta, pero va a mantener la política, agravada ahora por el ´abrazo del oso´ del PCTV