Aznar abrió el lunes una larga precampaña electoral --encadenamos los comicios madrileños, catalanes, andaluces, españoles y europeos-- poniendo prácticamente a Maragall fuera de la Constitución por defender la España plural que ésta consagra. Es presumible que al líder del PP no le quede ya mejor baza que jugar para enmascarar los reveses de su gestión que forzar un debate seudopatriótico en aras de una quimérica uniformidad del Estado de las autonomías. Pero es una apuesta peligrosa, destinada a crispar a la sociedad y a polarizarla entre españolistas y no españolistas con el objetivo confeso de intentar cuartear a los socialistas y minusvalorar a Zapatero. La cumplida respuesta que ayer recibió Aznar de ambos líderes socialistas y de gobiernos regionales como el extremeño, que ha dedicado el Día de Extremadura a defender una España "unidad, plural y diversa", respetando ideas como la de Maragall, debería bastar para detener una espiral muy poco sensata, y más proviniendo de un presidente del Gobierno, aunque no vaya a optar a la reelección. Sólo le faltaba lanzar la Constitución que él no apoyó contra el PSOE, tras haber demonizado a los otros nacionalistas. ¿Será el PP el único garante de la Carta Magna? Más le valdría a Aznar no olvidar que parte de las razones por las que ataca a Maragall las ha defendido y puesto en práctica Fraga.