La indecisión que ha atenazado a Rajoy desde que estalló el caso Gürtel, la trama de corrupción ligada al PP, le está costando caro al líder de la oposición. Lo ocurrido ayer en Valencia, después de que la dirección nacional del PP forzara el viernes el cese de Ricardo Costa, es un auténtico desafío en el que Francisco Camps pasaba la pelota a Rajoy para que este tomara la decisión de apartar temporalmente a Costa --y hasta cuándo-- si consideraba que su actuación merecía la apertura de un expediente. Es decir, la dirección valenciana se lavaba las manos, que es como decir que no veía nada censurable en las acciones de Costa. El secretario general del PP valenciano había pedido antes que, si había dudas sobre él, se le abriera una investigación interna. Costa leyó un largo comunicado de siete folios en el que se negaba a dimitir, recordaba que no estaba imputado, rechazaba convertirse en un cabeza de turco, apelaba a los 106.000 militantes y a los mejores resultados electorales de la historia durante su mandato y reprochaba a la dirección nacional del PP que nadie le hubiera llamado para darle una explicación ni para pedirle ninguna aclaración sobre su actuación. De paso, dejaba a Rajoy por mentiroso al negar que desde Madrid se hubiese prohibido contratar con la trama.