WLw a modesta reducción del paro registrada el mes pasado en España --14.356 personas-- apenas logra hacer olvidar un dato de incontestable contundencia: el número de desempleados registrados en las oficinas del Inem el pasado lunes --2.300.975-- es el más alto en el mes de marzo de los últimos 11 años, con la excepción del 2001. Esa es la cifra preocupante, con el correlato del aumento consiguiente de las prestaciones por desempleo, y no la ligera corrección a la baja después de cinco meses seguidos de crecimiento del paro. Lo primero es reflejo directo del parón económico, singularmente en el sector de la construcción; lo segundo responde a un fenómeno de duración tan corta como la contratación temporal durante la Semana Santa en el sector de los servicios, y el descenso coyuntural del paro en la agricultura, con 8.527 desempleados menos.

El paro también descendió en Extremadura en 514 personas, rompiendo así una racha de cuatro meses de subidas. Sin embargo, es el único dato positivo. El descenso del desempleo tiene también un fuerte componente estacional siendo, en el caso de la región, más atribuible al inicio de las campañas agrícolas que a la Semana Santa, como lo demuestra el hecho de que el sector primario, y no el de los servicios, fuera el principal responsable de la bajada del paro. En cambio, la construcción registró 189 parados más.

El mercado de trabajo extremeño está siendo menos dinámico en los últimos doce meses, puesto que el diferencial con marzo del 2007 es que el número de desempleados ha aumentado en 3.000 personas. El mercado de trabajo, tozudo, sigue manteniendo la foto fija en cuanto a parados por sexos: las mujeres doblan a los hombres. Se entienden demasiado bien las medidas incluidas en el nuevo Plan de Empleo encaminadas a combatir el paro femenino.

Las perspectivas sobre el comportamiento del empleo de aquí al verano no son halagüeñas. La corrección a la baja de las previsiones de crecimiento que han hecho instituciones tan poco sospechosas como el Banco de España, la inflación situada un punto por encima de la media europea y la honda expansiva de la crisis económica en Estados Unidos presagian un empeoramiento del mercado de trabajo para lo que queda de año, aunque la campaña de verano alivie temporalmente la situación en el sector de los servicios y las agrícolas permitan aventurar que habrá más trabajo en ese campo. Por todo ello es realista la propuesta de los sindicatos consistente en estimular el empleo con la movilización de recursos públicos, empezando por la construcción de viviendas de protección oficial. Con ello se paliarían, al menos en parte, los efectos derivados del final del boom urbanístico.

Sofocados los calores de la campaña electoral, sería bueno que se impusiera el mismo realismo en las autoridades económicas. Sin él, y sin la complicidad de los agentes sociales, es poco probable que puedan controlarse las consecuencias de una crisis que ahí está y no será pasajera.