Mi vida laboral prácticamente se ha desarrollado dentro de Butano como administrativo. Ingresé por oposición y fui destinado a la factoría de Puertollano (1965-68) y después trasladado a Mérida (1968-2005) donde me he jubilado, por tanto, estoy en condiciones de decir que emocionalmente el cierre del centro de Mérida me afecta.

La factoría comenzó a funcionar en febrero de 1964 con una plantilla aproximada de 100 trabajadores, pero el avance tecnológico fue reduciendo el potencial humano hasta los 22 que tiene en la actualidad.

Al desaparecer los monopolios (Butano lo era) por exigencias de nuestra entrada en la CEE, llega la competencia, y lógicamente, las ventas disminuyen. No justifico el cierre total de la factoría. Pienso que teniendo en cuenta que Extremadura tiene las dos provincias más extensas de España, y ante posibles desabastecimientos (lo contrario no se puede garantizar), este centro de trabajo podía quedar como almacén regulador, sin producir, como depósito, para que los distribuidores de la zona se surtan de aquí, evitando desplazamientos a Huelva, Puertollano y Pinto, disparando los kilómetros. Ese criterio lo ha seguido con otras factorías con anuncio de cierre.

Pero Repsol es una empresa privada y por tanto responsable de sus actos para abrir y cerrar sus centros de trabajo. Otra cosa es que se compartan sus criterios.

La polémica que quiere entablar el PP por este motivo, no tiene sentido. El señor Díaz Solís debería despertar de esa obsesión malévola que tiene contra el PSOE. Es sembrador de sospechas sin pruebas.

Lo que sí está claro es que el gas es un producto estratégico de primerísima necesidad, y un desabastecimiento puede tener graves consecuencias. Ojalá no suceda.

Antonio M. Olivas **

Mérida