Esto parece un combate de boxeo, y tal vez sea algo muy semejante: ganar por puntos, perder por puntos. Y es casi tan importante como vencer o ser derrotado en un combate de boxeo, porque aquí te juegas el carnet de conducir, instrumento sacrosanto de trabajo y placer de los humanos aquí y ahora.

Y claro que estoy de acuerdo con el carnet por puntos. Lo que me asusta es el talante de quienes se encargan de aplicarlo. Tenemos una Dirección General de Tráfico entusiasta de su misión -porque convencidos están de que lo suyo es una misión salvadora-, pero inflexible y tremendista. Apadrinan, junto al nuevo carnet punteado, una reforma del Código Penal que quisiera, aunque no podrá, mandarnos a muchos a la cárcel, en cuanto descuidemos un poco el velocímetro. Si por ellos fuera, fumar estaría prohibido en los automóviles, lo mismo que hablar con el copiloto, escuchar música estridente o llevar niños que gritan en el asiento trasero.

XEL AUTOMOVILx se está convirtiendo en una especie de gran hermano, que nos vigila --quieren colocar un dispositivo que haga ruido molesto no solamente si no nos colocamos el cinturón de seguridad, sino si, por cualquier circunstancia, sobrepasamos un poco los límites de velocidad permitidos--. Nos vigila y es vigilado por otros, que observan atentamente lo que hacemos en ese pequeño recinto que está dejando de corresponder a nuestra intimidad.

Me dice un amigo, funcionario de la DGT, que unos seis o siete mil españoles, de los veinticinco millones que conducimos, habrán perdido su carnet a los puntos dentro de un año. No es una proporción excesiva. Y, ya puestos en números, dicen que este verano se espera que se produzcan noventa millones de desplazamientos -¿cómo diablos hacen ese cálculo?-, de los que unos quinientos acabarán en tragedia total. El año pasado fueron cien más, te dicen, y la reducción habrá que agradecérsela... al carnet por puntos y a sus efectos disuasorios, claro.

Tengo para mí que el dichoso carnet no va a solucionar por sí solo todos los males de nuestras carreteras y de nuestros conductores, aunque cierto parece que supondrá un avance. Pero el tema requiere una mayor trascendencia. Por ejemplo, también sería útil crear una gran comisión interministerial que estudie el fenómeno desde todos los puntos de vista: sociológico, sanitario, económico, vial, judicial... Porque deberíamos aprovechar la entrada en vigor de este carnet que quiere cambiarnos la vida para dar el salto hacia muchas otras cosas que deben progresar y adaptarse a los tiempos: las multas, los radares, el estado de las carreteras, el urbanismo salvaje, el estado del parque automovilístico y la educación vial y ciudadana también deben ser factores a considerar por esta DGT tan afanosa -gracias- por garantizar nuestra seguridad. Y también por rascarnos un poco el bolsillo -de nada-.

*Periodista