Hace unos 30 años, el ácido bórico tuvo un cierto protagonismo en el paisaje periodístico nacional, pero muy lejos de la gloria que ha alcanzado en los últimos días. La revista Ciudadano, que yo había fundado y dirigía, hizo unos análisis de gambas frescas y langostinos sobre unas muestras tomadas al azar y apareció el ácido bórico como conservante. Los químicos del Instituto Llorente calificaron dicho conservante como tóxico y se armó una cierta marimorena por parte de los asentadores y comerciantes de mariscos. El ácido bórico contribuía a mantenerles los tonos rojizos de la frescura, sobre todo en la cabeza, de tal modo que parecían recién salidos del mar. Hubo un vivo debate, pero prevaleció como certeza científica la tesis de que el ácido bórico era un producto tóxico. La consecuencia fue una norma que lo prohibió como conservante de alimentos. Alonso del Real , un prestigioso químico del Instituto Llorente, declaró que el ácido bórico tenía un cierto perfume de veneno.

Desde entonces, no volví a saber del ácido bórico hasta que apareció hace unos días en el papel estelar del melodrama de la tesis de la conspiración como altamente venenoso. Veneno puro. Un veneno explosivo que el diario El Mundo lanzó para que su onda expansiva entrelazara la colaboración de ETA con los islamistas en el diseño y ejecución del atentado del 11-M. La COPE acogió en su regazo sonoro la información de El Mundo y la aprovechó para alimentar el dogma de la conspiración. Al ala radical derechista del PP le sirvió para seguir alimentando dogmáticamente la tesis conspirativa y explicar así su derrota electoral y elevar el tono de la denuncia contra el Gobierno socialista. Y en esto llegó Garzón y en un auto perturbador concluyó que el perito Manuel Escribano , autor de un informe que vinculaba a ETA con el 11-M, lo elaboró con ese fin y que lo hizo para entregárselo a El Mundo. El escrito de Garzón le rompió la columna vertebral a una aportación para aumentar la credibilidad de las tesis conspiratorias. La tormenta que se desató sobre el magistrado fue, sigue y seguirá siendo terrible. Estremece escuchar la COPE. Aquellos que, en otros tiempos, le dieron toda clase de masajes estimulantes hasta convertirle en superjuez, ahora le rasgan el alma y la piel de la honestidad con sus navajas cabriteras. La batalla entre el juez y sus coyunturales oponentes se presenta muy dura. Se conocen perfectamente. El último sábado de noviembre de 1994 se reunieron en la casa del juez, en Pozuelo, Garzón y Pedro J. para diseñar los esquemas jurídico-mediáticos de las declaraciones de Amedo y Domínguez . Los dos saben cómo trabajan el uno y el otro, y por eso el cuerpo a cuerpo promete ser apasionante.

El envenenamiento de la vida política, periodística y social que estamos respirando se deriva, según muchos analistas, de las tesis de la conspiración. Hunde ahí sus raíces. Me recuerda el antisemitismo que se conformó en el siglo XII cuando se afirmaba que los judíos habían matado a Dios, y, por lo tanto, contra un pueblo deicida vale todo. En un reduccionismo simplificador, al que llegan ciertos comentaristas, se llega a afirmar que Zapatero es un usurpador porque llegó a la Moncloa a través de un atentado diseñado para hacerse con el poder. Por lo tanto, contra un usurpador vale todo. Pero ¿qué es y en qué consiste la tesis de la conspiración? Es un rompecabezas cuyas piezas se elaboran y colocan para lograr el fin planteado.

La clave de esas piezas está en que ETA contribuyó a diseñar y ejecutar el atentado. En un principio, la tesis de la conspiración fue una especie de magma confuso e impreciso, pero, poco a poco, con el paso de las semanas, los meses y los años nos han ido dejando con pinceladas cruzadas el rompecabezas bastante definido. Si ustedes han seguido el jeroglífico de las informaciones y las intervenciones de algunos notables dirigentes del PP, en primer lugar las de José María Aznar , se encontrarán con que el atentado se diseñó como un golpe para desalojar del poder a los populares. El diseño que vienen haciendo sobre la autoría material e intelectual del 11-M no resiste el menor análisis. Según los portavoces más ardientes y radicales de la teoría, el atentado que costó la vida a 192 personas, dejando a otras 1.000 heridas, fue diseñado y montado por algunos políticos del PSOE, miembros de la Seguridad del Estado, en donde se mezclan guardias civiles, policías y agentes de los servicios secretos, asesinos de ETA y unos moros pelanas incapaces de escribir la o con un canuto. Después, según ellos, vienen a tapar y silenciar esta realidad, aparte de miembros del Gobierno y altos cargo del Ministerio del Interior, una serie de fiscales y jueces cómplices, un instructor estúpido y una fiscal malasombra. En ese guión estaban previstas las negociaciones con ETA y la rendición por el Gobierno a sus tesis, así como la ruptura de España por el Estatut. Datos para esa tesis, ninguno. Solo elucubraciones y testimonios interesados. La toxicidad de estos planteamientos es mucho más dañina para la convivencia nacional que el ácido bórico.

*Periodista