Escritor

España está llena de personajes. La señora Seisdedos, madre de Tamara, es uno de ellos. Lleva un ladrillo en el bolso, que no me dirán que no es una genialidad. Como Matamoros, que pese a su apellido, no es partidario de matarlos. El actual presidente de la Federación Española de Fútbol y sus vicepresidentes Padrón y Espino, forman una trinca nada desdeñable, que hasta Fernando Delgado les perdona los viajes a costa del erario público porque se lo merecen. Fernando tiene un corazón que es un garaje de autobuses. Un personaje entre místico y semioculto es Butragueño, el exdelantero del Real Madrid que diera nombre a la inefable Quinta del Buitre. Jamás hemos obtenido de este personaje una respuesta de más de tres palabras. Su léxico es parvo, pero en clandestinidad debe ser muy eficaz, porque primero, tras su aparcamiento del fútbol activo, fue consejero de Aznar en el Consejo Superior de Deportes, y ahora es segundo de Valdano en el Real Madrid, donde el que pone el léxico es Valdano, y Butragueño los puntos y los acentos en las íes. En casa, Butragueño tampoco habla. Sólo preña a su señora.

Carlos Floriano ha tenido la ocasión de subirse al podio, distanciándose con un "No a la guerra", pero ha preferido ser un Floriano desconocido. Yo, la verdad, es que quiero a Floriano por su poquedad, por su educado sino. Es un personaje que ha preferido decir que se va. Es una pena. Floriano hasta es posible que vote también la lista socialista. Es entrañable. Lo quiero. Tengo la sensación que somos amigos.

España está transida de personajes que se nos aparecen hasta en los sueños. Yo tengo debilidad por don Miguel de Castillejos, el presidente de Caja Sur. ¿O es que no se merece lo que ha hecho? Fernando Delgado se pone a perdonar y estoy seguro que también dice lo que yo digo. Otro personaje sería Manzano, el de los Amigos de Badajoz, al que yo también quiero, aunque él no me lo reconozca.

De todos, el que me llama más la atención es Butragueño, porque no sé lo que le pasa y me gustaría ayudarle, que siempre se queda uno con ganas de ayudar, como me pasa con Floriano. Lo que no se puede es perder las ocasiones. Por fin iba a haber un líder en el PP a escala nacional, y de centro de verdad. Lo lamento.