TEtl tipo de la empresa de seguridad que controlaba el acceso al backstage en el concierto de Madrid conoce a Mourinho . Habla de él maravillas. "Siempre saludaba y te preguntaba cómo estabas", asegura, a diferencia del seleccionador español, de quien, dice, "ni te daba los buenos días". Es curioso este mundo del espectáculo, tan difícil en ocasiones para separar persona de personaje. Tanto, que en ocasiones se confunden hasta el punto de no saber si ese tipo que toca tan bien la guitarra o canta de fábula puede hacer otras cosas en la vida por las que preguntarle. Vamos, que si va a la compra o le duele la cabeza cuando le flaquea la cuenta corriente. Resulta a veces también fascinante la capacidad que tenemos de crear ídolos con pies de barro. La visión que nos ofrecen los medios de los mal llamados "personajes públicos" se queda corta si comprobamos luego que son de carne y hueso como usted y yo, con posibles problemas sentimentales, preocupaciones cotidianas, hijos a quienes criar y vicios que combatir. Les aseguro por propia experiencia que los escaparates mediáticos son tan crueles que a veces disipan la verdadera dimensión de esas personas que otros ponen en un pedestal. Me contaba un amigo cantautor que en una visita a un programa con una audiencia de tres millones de espectadores --imaginen cuál y no se equivocarán-- una de las caras más conocidas de la tele se le acercó al final de la canción para agradecerle su sensibilidad. Me aseguraba que ella, tan rubia, ganaba en las distancias cortas por su cercanía y educación. Poco que ver con lo que luego hacía en el plató. Ni que decir tiene que la persona había superado al personaje. Como Mourinho que, si vuelve, seguro que llamará al guardia de seguridad por su nombre. No todos pueden contar lo mismo.