Doctor en Historia

Mucho se viene hablando sobre el peso político del nuevo Gobierno regional. Y eso es bueno. Aunque a veces se hacen juicios, desde mi punto de vista, extraordinariamente precipitados o, como se puede colegir, con unas ciertas dosis de información no contrastada por, al menos, el paso del tiempo.

¿A quién se le ocurrió pensar en el "peso político" ganado con el transcurso de su buen hacer de muchos de los consejeros que ahora han terminado de desempeñar sus cargos? Lo mismo podríamos decir de los que se quedan. Por tanto parece más prudente esperar a ver qué da de sí el devenir de estas incipientes trayectorias. Más tarde será el momento de criticar, alabar, valorar o incluso descalificar sus actuaciones. Pero nunca a priori. Cosa distinta es manifestar opiniones, que desde luego, pueden asimismo ser cuestionadas o vistas desde otras perspectivas. Así, el origen geográfico, el sexo, la presunta capacidad, las fidelidades a determinados proyectos se diluyen cuando no somos capaces de aprehender que estamos ante contextos regionales. No se puede sembrar la duda de que los actos de las distintas consejerías no van a ser equilibrados dependiendo, por ejemplo, de la procedencia del titular. La coherencia pide, primero esperar al asentamiento del equipo para, a continuación, contribuir a desmantelar posibles desajustes si los hubiera. ¡Si ni siquiera se ha esperado a los 100 días de cortesía! Por otra parte, resulta contradictorio que todos los partidos políticos hagan declaraciones de forma ejemplarizante tendentes a idealizar la cohesión interna y/o presumir de sólidos liderazgos, para pasar a escuchar que se han "silenciado" a determinados sectores, o "minusvalorado" a otros. Como siempre, muchos son los llamados, pero sólo unos cuantos los elegidos. Deseemos que sea para bien de todos.