TDte mis lejanas lecturas infantiles, guardo en la memoria un colorido ejemplar repleto de caballeros y damas: Historias de la dulce Francia . Epicas aventuras del hermoso Roldán, su amigo Oliveros, el obispo Turpín o la desgraciada doña Alda. El temerario paladín, no pedía auxilio con su olifante y traicionados por el infame Ganelón perecían algunos de los doce Pares masacrados por los sarracenos. Cuando llegaba Carlomagno, el de la barba florida, sólo podía certificar la matanza de los héroes y la inmortalidad de su gesta imborrable. Les montaba un funeral de aquí te espero y todos lloraban mucho, porque eran valientes pero llorones. Parece que los que dieron para el pelo a los franceses en Roncesvalles no fueron los moros sino los gascones o vascones así que cambié mi héroe galo por un macizo Cid Campeador made in Hollywood, aquel cañonazo que antes de preferir el rifle a la Tizona humillaba al rey con chulería en la Jura de Santa Gadea. Luego aprendí que el héroe español no era aquel estólido ser que se tiraba a Sofía Loren en el pajar, sino un castellano austero y prudente, que miraba "de los sus ojos tan fuertemente llorando", y hubiera sido un magnífico vasallo, si hubiera tenido un buen señor. Todo esto he recordado ante la inminente visita del actual soberano francés. El mundo se ha transformado y España más, desde que Europa empezaba en los Pirineos. Algunos dudan de que el espectacular, hiperactivo y lenguaraz mandatario que subirá a la cumbre hispano-francesa en tacones y es pródigo en exhibir su vida privada, pueda entenderse con el discreto y tímido castellano que ni se coscó en el rescate chadiano de las azafatas, no habla idiomas y vaga con la mirada perdida en las citas internacionales pero no procede menospreciar una amistad que ha contribuido al actual estado de coma de ETA y, generosa, prestó su silla a ZP en aquel lejano G20 sin Obama , que propició la necesaria presencia de España en los foros internacionales. Lenguas anabolenas afirman que no saldrá gratis, pero tras siglos de grandeur mola le petit Nicolas .
