Desde ayer y hasta el lunes 30 tendrá lugar la Feria del Libro de Cáceres, como siempre en el Paseo de Cánovas. Este año se han lucido con el cartel más flojo de su historia reciente (no lo digo yo, lo dicen todos los libreros y aficionados a las letras con los que he hablado). Hasta la Feria del Libro de Trujillo supera ya, desde hace años, a la de Cáceres. Aquí, ningún autor de primera línea y, como estrella invitada, la finalista del Premio Planeta. Como somos una ciudad de segunda, no viene el ganador, sino la finalista. Una estupidez de todos modos gastarse un buen pellizco del presupuesto en invitar a cuerpo de rey, o reina, a alguien relacionado con un galardón que, por bien dotado que esté, carece de prestigio literario y ha provocado más de un escándalo por estar habitualmente dado de antemano. Más aún habiendo tantos escritores extremeños de primer nivel viviendo fuera y que vendrían con mucho gusto, y por menos honorarios. Pero aquí somos así: tratando con desprecio a los paisanos, salvo que sean de tu cuadrilla, y halagando como panolis a los de fuera. Ante semejante panorama, ni siquiera los escritores extremeños que residen en Cáceres y que han publicado libro hace poco se han animado a presentarlo. Pienso por ejemplo en el novelista Eugenio Fuentes, que acaba de publicar La hoguera de los inocentes, un interesante ensayo histórico, o el poeta Julio César Galán, que se atreve con el mismo género en Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia, libro coeditado por la Universidad de Extremadura, sobre el tema que le ocupa desde hace años.

Con todo, son los autores locales los que salvan un poco los muebles y así, destaca la presentación este martes 24 a las 19.45 h. de los últimos volúmenes de la colección ‘El Pico de la Cigüeña. Cuentos populares extremeños ilustrados’, publicada por la Diputación de Cáceres y coordinada por José Soto, Ramón Pérez Parejo, Hanna Martens y Enrique Barcia, profesores (el último ya jubilado) en la Facultad de Formación del Profesorado, quienes emprendieron la labor de difundir el valioso patrimonio de cuentos de tradición oral que posee nuestra región y que se va perdiendo rápidamente. En los años treinta y cuarenta, Marciano Curiel Merchán, maestro de Madroñera, recogió los que formarían su libro Cuentos extremeños, y todavía recuerdo, cuando impartía docencia en la difunta licenciatura en Antropología, el impresionante trabajo que realizó una alumna sobre los cuentos y leyendas que aún se narraban de viva voz en Alcuéscar. Los profesores de la UEx han ido más allá de la labor erudita y, con atractivas ilustraciones del dibujante Fermín Solís, han hecho atrayente para los padres y niños de hoy estos cuentos. Al contrario que otros libros editados por instituciones públicas que no se preocupan de la distribución, esta colección publicada por la Diputación ha visto cómo editoriales extranjeras se interesaban por los derechos, y ya existen ediciones en inglés, francés, alemán, ruso y polaco. Hace poco, sus editores lo presentaron en la Feria del Libro de Leipzig, la más importante de Alemania junto a la de Fráncfort, e ilusiona pensar que niños criados en esos países leerán cuentos como ‘La flor de lililón’, ‘La loba parda’, ‘La Serrana de la Vera’ o ‘El zurrón del pobre’, ambientados en el Valle del Jerte, la Vera o las Villuercas.