El exalcalde de Alicante Angel Luna , a la sazón portavoz del grupo socialista en el parlamento valenciano, ha tenido una idea original, y ha arrojado una piedra al presidente de la comunidad, sin ánimo de hacerle daño, como un gesto simbólico de que él está libre de pecado, y por eso puede tirar una piedra.

Está claro que Angel Luna conoce bien el Evangelio, y el pasaje en el que Jesús escribió estas palabras en la tierra, antes de que fueran a lapidar a la mujer adúltera, costumbre que todavía se sigue practicando en numerosos países musulmanes. Pero Angel Luna no es musulmán, aunque me imagino que habrá participado en las Fiestas de Moros y Cristianos, y tampoco es mujer adúltera.

La denuncia que tiene pendiente se debe a una de esas coincidencias molestas, y es que la empresa constructora Enrique Ortiz fue la principal adjudicataria de obras del Ayuntamiento de Alicante cuando el señor Luna presidía el consistorio y, luego, la empresa hizo unos arreglos en su casa, y, además, le encontró un empleo remunerado como asesor jurídico, cuando dejó de ser alcalde. Todo el mundo es inocente, mientras no se demuestra lo contrario, aunque la verdad es que ni Camps encuentra la factura de los trajes, ni el señor Luna puede mostrar la factura de los arreglos, o el contrato de compraventa por el cual se quedó con un AUDI6, que había sido propiedad de la empresa Enrique Ortiz.

En Valencia parece que es difícil encontrar facturas, y sin, embargo es fácil encontrar piedras. Ya sabemos que sólo el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, aunque lo difícil es arrojar la misma piedra dos veces. A no ser que el ambiente esté repleto de adoquines semejantes, y no distingamos uno del otro.