Todo en la vida es circular, vuelven las modas, las vacas gordas y flacas, las crisis, los cracs. Hasta nuestro ciclo vital es circular: los ancianos vuelven a no tener pelo, ni dientes ni poder andar erguidos, como cuando eran niños. Y los piratas, esa especie extinguida, no puede ser una excepción.

Si pensamos en la palabra piratas, la primera imagen que se nos viene a la mente es la de un facineroso con un parche en el ojo, un sable en la mano y una pata de palo. Pero los corsarios del siglo XXI se han modernizado. Prueba de ello son los piratas somalíes en el Indico cuyo entretenimiento favorito es apresar barcos para obtener un botín en forma de rescate. Ya sufrimos sus ataques en el pasado y ahora, con la Alakrana. Los españoles se movilizan para que se agilicen las negociaciones y se garantice la seguridad de los prisioneros. Esperemos que el despliegue diplomático dé buenos resultados.

Pero hay otros piratas disfrazados de gente corriente, honrada, que acosan y expolian, llámese persona física o grupo empresarial, como algunas compañías telefónicas que roban impunemente a los consumidores con falsas promociones, los atrapan en su barco pirata amenazándolos con su sable de contrato de permanencia, bajo pena no de perder el cuello, sino sus ahorros. Los ciudadanos se sienten impotente ante su poder. Otro tipo de piratas son los implicados en el caso Gürtel , los políticos corruptos, los empresarios sin escrúpulos que no les importa dejar en la calle a cientos de trabajadores amparándose en la actual crisis.

Todos estos temas de piratería se agravan en el caso de los inmigrantes, desconocedores de sus derechos, a veces de nuestro idioma, contratados sin papeles, sin cotizar por ellos a la Seguridad Social, desempeñando trabajos que otros desprecian. Son más fácilmente manipulables.

No debemos dudar en acudir a la Oficina de Información al Consumidor que existe en cada ayuntamiento y es gratuita para el ciudadano, a los Servicios Sociales de Base, a las autoridades si es necesario para reivindicar nuestros derechos contra estos piratas de guante blanco que proliferan en cualquier ciudad.