Una campaña del Consejo de la Juventud de Extremadura sobre información sexual dirigida a jóvenes de entre 14 y 17 años se ha convertido en piedra de escándalo para algunos medios de comunicación por entender que incita a los jóvenes a, nada menos, que a masturbarse. Los comentarios críticos con la campaña utilizan un lenguaje tan soez y un enfoque tan demagógico, hiriente y falso para con la región --como si fuéramos poco menos que una reserva india y mezclándolo todo con las cifras del paro--, que van pregonando la baja catadura moral de sus autores. Solo por eso se descalifican y merecen que se les ignore.

La campaña del Consejo de la Juventud, como cualquier otra, puede ser criticada porque no guste su contenido, por considerarla innecesaria o porque no se esté de acuerdo con que la cantidad que cuesta --14.000 euros-- esté bien empleada. Pero eso se debió hacer en su momento, como máximo hasta que fue presentada hace nada menos que un mes. No cabe ahora desengancharse de ella, habiéndola apoyado antes, por el mero hecho de que se den golpes de pecho unos exaltados que escriben en internet o tienen cerca un micrófono. Es lo que hizo ayer el PP en un alarde de hipocresía. Dijo que había que retirar la campaña, sin importarle dejar en la estacada a los miembros de Nuevas Generaciones que, como integrantes del Consejo de la Juventud, apoyaron la misma. El PP, en este asunto, debería haber mostrado firmeza y apoyo a sus representantes juveniles.