XLxos importantes estrangulamientos que presenta nuestro tejido productivo (debilidad de la demanda, escasa competitividad, baja productividad, alto nivel de paro y alta tasa de precariedad...), precisan de acciones a medio y largo plazo para que puedan ser superados. Esto requiere, desde el Gobierno central una política de cohesión territorial superadora de esta situación, con actuaciones prioritarias para el capital humano, el capital tecnológico y en infraestructuras productivas.

Dadas las características estructurales de nuestra economía regional, el crecimiento económico debe acompañarse de progreso social, e insertarse en un proceso que contenga con dos características: ser permanente y estable. El objetivo que debe inspirar el desarrollo de estas acciones debe ser la mejora de la riqueza y el empleo de nuestra región, cuyos resultados puedan medirse en incremento de la tasa de actividad y reducción de la tasa de paro.

La concreción de las acciones a desarrollar y sus correspondientes memorias financieras, su expresión presupuestaria en el o los ejercicios correspondientes parecen, asimismo, requisitos evidentes de una planificación adecuada de estas políticas. De esta manera, hay que apostar por obtener compromisos de ejecución y resultados en los próximos cuatro años. Así como la necesaria conexión y coherencia entre éstos para lograr la convergencia de los objetivos.

Para CCOO cualquier política que pretenda ejercerse en este sentido debe, al menos, plantearse desde estos criterios y con estos objetivos. Lo que supone también establecer reglas del juego entre los gobiernos y agentes sociales implicados, si de verdad se desea complicidad colectiva para los objetivos y para las acciones.

Con todo esto, el llamado Plan de Dinamización Económica y Empleo para Extremadura (el nombre da igual ya que se ha llamado de tantas formas...) hasta ahora tiene más sombras que luces, suscitando incertidumbres y hasta posibles desconfianzas. Ello, debido a las formas y tratamiento con que el Gobierno regional lo está abordando: más preocupado de su efecto mediático y repercusión partidista que del verdadero efecto que un plan de estas características debe tener sobre la economía de Extremadura.

Valoramos positivamente el planteamiento inversor que se atisba en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el 2005 y en su proyección hasta el 2008. También, que éste pueda ser evaluable con la finalización de la legislatura, así como la mayoría de las acciones inversoras previstas, aunque se echan en falta otras, fundamentales a nuestro entender, en consonancia con los criterios y objetivos antes mencionados: reconversión en producciones y mano de obra excedente en el sector agrario, mejora de cualificaciones profesionales con especial atención al Plan de Formación Profesional de Extremadura y financiación específica en infraestructuras e investigación para la Universidad de Extremadura.

Pero dicho esto, surgen las sombras que en función de que se aclaren y cómo se hagan, nos situarán ante un verdadero plan para la dinamización económica y el empleo en Extremadura, o, en el mejor de los casos, ante sólo una serie de acciones incoherentes entre sí, más destinadas a la autojustificación electoral que a contribuir de una vez por todas al despegue socioeconómico regional, del que está necesitada nuestra gente.

Por ello, es necesario la concreción del plan, su plasmación escrita y los compromisos que para su desarrollo adquieran el Gobierno central y la Junta de Extremadura, la temporalización, el seguimiento, el papel de todos los agentes sociales implicados y los parámetros para su evaluación.

*Secretario general de CCOO de

Extremadura