La Junta de Extremadura, los sindicatos UGT y Comisiones Obreras y los empresarios firmaron ayer un plan económico y empresarial que pretende, sobre todo, potenciar el sector industrial. La firma de ayer corresponde al tercer plan suscrito entre los protagonistas mencionados --los otros dos planes fueron el del Empleo y el de Salud Laboral--, todos los cuales están amparados por el acuerdo por el Diálogo Social que constituye uno de los ejes de la política de la Presidencia de Fernández Vara para esta legislatura.

Este tipo de firmas tiene mucho de protocolario. Los responsables de las instituciones firmantes suelen explicarlos con palabras más o menos retóricas, con profusión de adjetivos y demasiado frecuentemente empleando unos términos para iniciados que, por desgracia, deja ´in alvis´ al común. Sin embargo, la de ayer es una de esas ocasiones en que merece la pena sobreponerse a la barrera del lenguaje. Porque ese acuerdo es importante. Y no solo por la cuantía: el plan viene dotado con 1.660 millones de euros, es decir, con el doble del Plan de Empleo, suscrito el pasado 25 de marzo y que, después de seis ediciones, pasa por ser uno de los ejes históricos de la concertación social en la Extremadura autonómica. Es importante, sobre todo, por su enfoque.

El objetivo del plan es ejercitar el músculo de la industria extremeña. No es cualquier cosa: de esta especie de programa gimnástico depende, en muy buena parte, el desarrollo futuro de la región. Extremadura necesita --¿habrá que decir ´como el comer´ para enfatizarlo?-- de más tejido industrial, por un lado, y de que sus industrias sean más grandes, que son dos caras de la misma moneda. Una comunidad no puede desarrollarse si la mayor parte de sus empresas son de menos de tres trabajadores, como es el caso de ésta. No es lo mismo crear empleo que crear riqueza, afirma con acierto el secretario de UGT. Para crear empleo bastan iniciativas que quedan en el territorio del autoempleo o en sus proximidades. Y eso Extremadura lo está haciendo bien: basta reparar en los resultados del informe GEM, que anualmente pone de manifiesto que los extremeños están entre los más ilusionados de España y aún del mundo a la hora de crear una pequeña empresa. Pero crear riqueza es otra cosa, puesto que se necesitan empresa competitivas, que es como decir innovadoras, grandes, con capacidad para desenvolverse en el mercado global y con empleo de calidad.

La industria, por tanto, es el reto. Porque Extremadura sufre una gran dependencia del sector agrario (el 8,2% del PIB regional y el 13,3% del empleo, frente al 2,6% y 4,7%del español, respectivamente) y del de la construcción (el 15% del PIB regional y el 14,4% del empleo, frente al 11% y el 12,3% nacional). Y, sin embargo, el peso en PIB y empleo de la industria extremeña es justamente la mitad que el nacional. La equiparación es una necesidad perentoria. Y más en una situación como la que vivimos, en que tanto la agricultura como la construcciónestán de capa caída.