Iba de paso por la plaza del Rastro cuando me encontré con un centenar de personas apostadas frente a Presidencia de la Junta, con un sol de justicia que caía en esos momentos, que aguardaban, ilusionados unos, escépticos otros, la salida de Zapatero e Ibarra para saludarles y aplaudirles. Casi sin darme cuenta, mi memoria me trasladó a los infelices años 50, cuando Franco venía a nuestro parador para mantener conversaciones con el presidente portugués Américo Thomas o el señor Oliveira Salazar, a solucionar problemas propios de la dictadura. Esto me hizo recordar a esa gente allí esperando, con los mismos sueños, la misma ilusión y la misma esperanza con la que siempre hemos esperado a los gobernantes de turno, aunque claro está, no había que ir obligados como entonces.

Y no desconfío de los buenos deseos de nuestros actuales mandatarios, porque no he perdido la esperanza; pero me gustaría que, de una vez por todas, Extremadura salga por fin del anonimato y de los últimos peldaños del escalafón y empecemos a vivir en tono de igualdad con el resto de los españoles; que ya está bien de engaños... Ya es hora de que este sueño lo hagamos realidad. JOSE LUIS ARELLANO Mérida