WEwn su última visita a la Moncloa, el lendakari, Juan José Ibarretxe, viajó con su plan soberanista bajo el brazo. Ayer, con ese proyecto fracasado en las urnas, el presidente vasco en funciones ni siquiera lo mencionó en su entrevista con José Luis Rodríguez Zapatero.

Este encuentro ha significado, pues, la apertura de una nueva etapa, en la que la reforma del autogobierno vasco deberá ser acordada a través del diálogo entre todos, y partiendo desde cero. La cita estuvo, además, cargada de alusiones a la posibilidad de avanzar hacia la convivencia normalizada y hacia la paz en Euskadi. La evidencia de que algo se está moviendo en el mundo de Batasuna, y el hecho de que se debe aprovechar cualquier oportunidad, justifica que se sondee el entorno de los violentos. Y que se busque la implicación del nacionalismo democrático.

Cualquier proceso de diálogo que se abra tiene ante sí el difícil reto de incorporar al PP. Será difícil conseguir la colaboración racional de la oposición. Tampoco el peculiar formato de la entrevista de ayer --pública, pero de contenido secreto-- ayuda a ello. Pero se acercan momentos en que hará falta mucha responsabilidad política y ninguna utilización partidista del problema del terrorismo.