TSteñora doña María Antonia Trujillo , ministra de Vivienda:

Le escribo de nuevo para felicitarla por ligar la noble tierra extremeña con unos planes de la vivienda que, al haber sido aprobados en el consejo de ministros celebrado en Mérida, añaden etiqueta pata negra al trabajo de una extremeña socialista en el Gobierno de España, que quiere mejorar la situación general de la vivienda en el país y posibilitar el acceso de los menos favorecidos a un hogar familiar digno, como manda la Constitución. Esta semana, señora ministra, el jueves para ser más precisos, entró en vigor su plan y no pasaron veinticuatro horas para que la prensa, portavoz de la oposición, volviera a plantear viejos argumentos contra esta nueva acción de gobierno. No dicen nada nuevo, doña María Antonia. Nada que usted no haya tenido en cuenta. Desconocen la actividad que vino desarrollando durante la elaboración del plan con docenas de entrevistas por comunidades autónomas y ayuntamientos que esos diarios publicaron. ¡Ni siquiera leen sus periódicos! Todos sabemos que el plan ha de aplicarse convenido con gobiernos regionales y ayuntamientos y por lo que leemos a diario, son mayoría, de estas y estos, quienes ya han expresado interés por firmar acuerdos para que en sus territorios comience a realizarse el nuevo plan, financiado con parte de los 7.000 millones de euros que contempla la ejecución del mismo. Tras las críticas a las soluciones habitacionales o a los apartamentos de treinta metros, llegan ahora los deseos de dar el mayor pellizco posible a esos miles de millones de euros. Dudo que vaya a tener unas vacaciones tranquilas este verano. En vigor su plan, imagino a presidentes de comunidades y alcaldes de importantes ciudades, afanados en preparar convenios, acuerdos y actuaciones con su ministerio, para que sus planes particulares tengan acogida en ese gran plan de la vivienda diseñado. Superó usted duros meses de estudios y análisis por un lado y tremendas críticas por otro. Es hora de felicitarla por haber alcanzado el objetivo. Aunque no se lleva destacar el lado positivo de los servidores públicos, a mí me gusta hacerlo, estimada ministra, y la felicito públicamente. Más, en este caso en que, por extremeño, me dolía el alma con las infundadas y maliciosas críticas que ha venido usted sufriendo. Espero que con el plan en marcha y mientras comprobamos su eficacia, acabe la crítica desaforada, las descalificaciones personales, los infundados rumores del cese de la ministra extremeña y las acciones, más o menos ocultas, de los poderosos del sector que siempre impusieron leyes no escritas. Atentamente,

*Periodista