Es difícil expresar en palabras todo el horror que producen los recientes atentados en el Reino Unido (Manchester y Londres) por ser los que tenemos más recientes. Es difícil también dar una respuesta que sepa plantarle cara a la sinrazón y crueldad de algo que nada tiene que ver con unas creencias religiosas. En este mundo tan globalizado, nadie parece estar a salvo ante lo que parece tan fácil y barato como matar para aquellos a quienes les resultan insultantes las formas de vida occidental. Pero allí donde el terror ha golpeado deben y debemos seguir con nuestras vidas. Es necesario que las soluciones que las autoridades competentes den al respecto no salgan de las tripas sino de la cabeza. Una buena colaboración entre los diferentes servicios de seguridad sería más que deseable para evitar en la medida de lo posible que esto no vuelva a suceder. Y así, de paso, no dar argumentos a todos aquellos que tendrían la excusa perfecta para coartar libertades o incrementar indiscriminadamente gastos militares.