WLwos placentinos han acariciado un sueño que hasta hace unos años se mostrada inalcanzable: jugar en la máxima división del baloncesto como ya lo hiciera durante más de una década el Cáceres. En esta ocasión no ha podido ser, pero ha quedado patente el esfuerzo y la buena gestión realizada por una directiva que, incluso, ha merecido más de lo que se ha cosechado. El Plasencia ha demostrado que las buenas dotes económicas no son sinónimo de garantía de éxitos; sino que es la dedicación, la perseverancia y la correcta administración de los propios recursos los pilares para alcanzar las metas.

El play-off de ascenso no ha derrotado al Plasencia, un conjunto que ha dado todo durante una temporada que se recordará como de las más brillantes en las que ha participado un equipo extremeño. Plasencia tiene mucho que celebrar y, si se mantiene el buen hacer del equipo que dirige desde los despachos Antonio Martín Oncina , habrá más celebraciones para una afición que ha alentado en todo momento al club y que han dado el mejor ejemplo de deportividad incluso en la última derrota. Plasencia es hoy el mejor ejemplo de lo que debe hacerse en un club que siempre aspira a más, el reflejo donde deben mirarse aquellos que aspiran a hacerse grandes desde la modestia.