WPwlasencia no deja de ser noticia política: cuando no es por un caso de transfuguismo, lo es por luchas intestinas partidistas o por maniobras de las cúpulas de los partidos en función de unos intereses que no son precisamente los de los vecinos. La ciudad parece, políticamente, gafada en esta legislatura. El último episodio --el del intento fallido de que el Pleno de la corporación aprobara la designación del diputado Félix Dillana para consejero de la Caja de Extremadura sólo semanas después de haber elegido a Carmen Blázquez -- ha puesto al descubierto las banderías en el seno del partido socialista, dividido entre los partidarios de Dillana y los del senador Juan Antonio Alvarez . Es este un asunto que nunca debió llegar al Pleno municipal. Y no es porque el resultado ponga de manifiesto que la decisión de llevarlo no fue inteligente --¿es que nadie pudo entrever el resultado que se produjo?--, sino por algo más importante: porque no se puede someter al órgano de representación vecinal por excelencia a asuntos de esta naturaleza. Los placentinos no han votado a sus representantes para que sus preocupaciones principales giren en torno a los cargos que cada uno va a ocupar, sino a solucionar los problemas de la ciudad.