TNto recuerdo haber vivido nunca una época como la actual, en la que las informaciones estadísticas referidas a asuntos económicos hayan estado tan presentes en la sociedad... y a la vez hayan sido tan manipuladas, en el sentido más peyorativo del término.

Los medios de comunicación nos abruman con cifras y cifras pero --convendrá decirlo una vez más-- nunca seremos excesivamente cautelosos ante ellas, pues raramente se nos ofrecen desnudas, sino vestidas con los ropajes, las apreciaciones interesadas de quienes las analizan.

Se nos dice, por ejemplo, que aunque el censo de parados en España aumentara en el pasado mes de febrero en más de 80.000 personas, ello tiene un aspecto positivo, pues en igual mes de 2009 el incremento fue el doble. ¡Fantástico! Y de seguir así, por llevar el razonamiento al absurdo para hacer ver la falacia que contiene, cuando todo el mundo estuviera sin empleo no quedaría nadie para apuntarse a las listas del INEM. Muerto el perro, se acabó la rabia, que diría el castizo.

Otra muestra --ésta cercana a nosotros-- de cómo se manejan sesgadamente las informaciones la constituye el que se considere un mal menor que Extremadura haya sido, con la excepción de Ceuta y Melilla, la región española en que menos se contrajo en 2009 la economía. Sólo un 2,09%. Pero si se profundiza en la información, se constata que tal mérito fue debido a la insignificancia de nuestro sector industrial. No parece que ello constituya un motivo de satisfacción.

Pensará el lector que se trata de ejemplos aislados, pero ilustran sobre la necesidad --como aconsejaban los viejos maestros-- de leer con espíritu crítico la letra pequeña de lo que dicen la voz y la pluma de quienes, antes que asumir la responsabilidad que les cabe en el desastre --responsabilidad actual o pasada--, defienden como gato panza arriba sus posiciones: ideológicas o, de ser cierto lo que se oye en la calle, las que proporcionan los confortables sillones en que se hallan instalados o en los que quieren instalarse.