En la madrugada del miércoles día 4 al jueves día 5 a las 3.45 comprobé por mis propios ojos, el porqué se quejan amargamente los vecinos de La Madrila.

Por circunstancias personales, estaba esperando en una de las escaleras de acceso a la plaza de Albatros cuando se originó un rifirrafe entre varios chicos. Pero sorpresa, al momento comienzan a salir del bar La Calle unos veinticinco o treinta chavales, con sus vasos en la mano, cómo no, que se suman a la pelea. Estos a su vez son observados por los clientes y las trabajadoras del club de alterne que está al lado. Se pueden imaginar el follón, y en esto llegó la Policía Nacional, tarde, pero llegó, eso sí para los bares ni miraron, pese a la hora, de pena. Ahora sé que es verdad, La Madrila no duerme. Pobres vecinos.

María Luisa Blanco Pérez **

Cáceres