La pobreza nunca ha sido motivo de orgullo o de exhibición social. Incluso entre los más entregados católicos de las clases altas y de los partidos conservadores, a los que gusta mostrarse en actos religiosos, enarbolando banderas pontificias en las visitas de los Papas --tan dispendiosas, pero tan rentables para ciertas "tramas" valencianas-- la pobreza es causa de vergüenza, de oprobio público y de ocultación, para no perjudicar ni discriminar a las familias pobres.

Ante la propuesta de varias organizaciones sociales --no dependientes del Gobierno, que hubiera rechazado inmediatamente tal iniciativa-- para que los comedores escolares permanezcan abiertos durante este caluroso verano, para acoger a los alumnos de familias pobres y seguir dándoles de comer, como habitualmente se hace durante el curso escolar; puesto que es la única oportunidad que tienen de seguir recibiendo una colación decente al día; ya que en sus casas no hay medios para conseguirlo; varios "consejeros de Educación" (?) de las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular han salido a la "palestra" para negarse a ello, con la ridícula idea de que esto sería una exhibición de la indigencia de sus propios ciudadanos y causa de vergüenza para los habitantes de su comunidad.

Digámoslo con claridad: en concreto ha sido el dignísimo presidente de la comunidad de La Rioja quien ha recalcado que la pobreza da vergüenza a quien la padece y a sus conciudadanos. Y por tanto, si los niños riojanos están hambrientos, hay que disimular y mirar para otro lado... ¡Pero que nadie se entere!. Esto debe ser la "caridad cristiana", según se interpreta en las orillas del Ebro, donde se apareció la Virgen del Pilar.

OTRO "digno" mandatario gallego, de la misma procedencia ideológica, se negó a aceptar tal medida porque ofendería a las familias de los escolares que fueran a los colegios a comer; ya que se verían discriminados y señalados por ser pobres y no tener medios en su casa. Cada vez que veo a estos "personajes" protagonizando noticias del Telediario siento una nausea interna --en el alma y en el estómago-- que me impulsa a tirar al aparato por la ventana. Pero, claro, esto sería "matar al mensajero" y no tratar de solucionar el problema; que en democracia se reduce a aconsejar a los electores que no vuelvan a dar su confianza a estos "fariseos" del disimulo y la hipocresía, que prefieren que los niños de sus comunidades autónomas pasen hambre; pero sin reconocer que sus promesas y medidas políticas son un "fiasco" y un desastre para los propios ciudadanos que les dieron su voto y su confianza.

En otros lugares y poblaciones --gobernados también por los seguidores del "fariseísmo" conservador-- han negado con la misma hipocresía que sus hospitales estén saturados, llenos de pobres enfermos "almacenados" en los pasillos; para ahorrar gastos en servicios públicos y conseguir los objetivos de "déficit" que impone Europa.

En otras localidades se cierran escuelas, se reducen maestros y se pretende trasladar a los niños a varios quilómetros si quieren aprender. Y así, poco a poco, todas las "Obras de Caridad" que figuraban en el catecismo como muestras del verdadero "espíritu cristiano" se van convirtiendo en negocios, en concesiones administrativas o en empresas privadas para que los explotadores de ellas se enriquezcan y saquen pingües beneficios.

Todo aquello de que los ricos no iban a entrar en el Cielo hasta que un camello pasase por el ojo de una aguja. De que los pobres irán al Reino de los Cielos y de que los niños serán los preferidos en el Seno del Señor, les suena a nuestros políticos a "músicas celestiales" o "cuentos de feria" frente a la realidad contundente de los dineros que producen los buenos negocios, montados sobre la "caridad cristiana". Cristo llamó a este tipo de personas: "sepulcros blanqueados"; pues estaban llenos de podredumbre por dentro y por fuera.

Nosotros, lo que debemos hacer es procurar que nunca más vuelvan a tener las riendas y el destino de las gentes en sus avaras manos. La pobreza, llevada con dignidad, con honestidad y con grandeza de espíritu, supera a esta "riqueza" miserable que buscan en el dinero.