Puede que yerre en mi diagnóstico, pero creo que muchas de las carencias que tenemos como región no se deben, exclusivamente, a que otrora fuésemos un territorio históricamente pobre, dedicado, fundamentalmente, a las honradas labores del campo y el ganado, que tan mal pagadas fueron, durante mucho tiempo, y tan expuestas han estado siempre a la incertidumbre climática.

Ese factor puede haber tenido su influencia en lo de ir siempre en el vagón de cola de ese tren llamado España. Pero la ausencia pretérita de una industria (ajena a la agroganadera) no es, ni de lejos, la principal causa de nuestra situación. Porque ocurre que, otros que partieron del mismo punto de salida, y con las mismas dificultades, han ido mejorando su posición, y nosotros seguimos donde andábamos. Que hemos recorrido largas distancias, y mejorado nuestras condiciones de vida. Pues claro que sí. ¿Podría haber sido de otro modo? ¿Podríamos haber marchado en contra de la inercia de los tiempos? Francamente, no.

El avance es inherente al transcurrir del tiempo, y, en nuestro caso, tiene su origen, también, en las bondades del Estado de las Autonomías y de la comunión con una Europa cohesionada, solidaria y democrática, que nos ha ofrecido un agarre generoso en forma de inversiones que --hay que reconocerlo-- no hemos sabido aprovechar suficientemente.

Puede que unas regiones hayan conseguido un trato privilegiado con respecto a otras en ciertos ámbitos vinculados al desarrollo. Pero en eso también tenemos nuestra parte de culpa todos los extremeños. Porque no hemos sido suficientemente reivindicativos durante el período democrático, y porque hemos asumido que, como políticamente no tenemos demasiada capacidad de influencia, por nuestra escasa población, podemos armar un poco de jaleo, pero no mucho, porque no tenemos con qué presionar.

Tradicionalmente, hemos sido una sociedad anestesiada por la omnipresencia de la Junta. Y, políticamente, los partidos han sido incapaces de tender puentes suficientemente sólidos para poder presentarse en Madrid con una posición fuerte y única. Gran parte de nuestros problemas se resumen, por tanto, en que, además de ser pocos, hemos estado mal avenidos y adormecidos. Y lo peor de todo es que parece que eso, que ha lastrado nuestro destino, no va a arreglarse a corto plazo.