En el Diccionario de la Real Academia el feminismo aparece definido como el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.

Si por curiosidad buscásemos la palabra machismo dice de ella que es la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres y la forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.

¿Detectan, ustedes, alguna diferencia entre las definiciones?

Habría que añadir, además, un matiz de poca importancia y permítanme la ironía si en este asunto cupiera, el machismo mata. Es una enfermedad degenerativa que cala en la sociedad pudriendo los lugares más íntimos y profundos de la ciudadanía.

Equiparar ambos términos es una frivolidad por no decir una barbaridad o una asnada.

Las palabras son determinantes para entendernos y comprendernos, es por ello, fundamental profundizar en ellas.

Es en este momento cuando me resulta imposible no pensar en la madre de uno de nuestros grandes patrimonios culturales, uno de los mejores diccionarios de uso, en María Moliner.

Cada 8 de marzo recibía escaneado un pequeño recorte de periódico en el que Gabriel García Márquez hablaba de ella. Cada año, mi pensamiento va hacia ella, hacia todas las mujeres que mueven el mundo. A la mitad del mundo invisibilizado, olvidado.

Cuando ella supo, según relata este texto, que no sería el próximo miembro de la RAE, a pesar de su extraordinaria labor realizada durante 15 años, al llegar de su trabajo como bibliotecaria, se alegró de no tener que pronunciar el discurso de admisión, «¿qué podía decir yo si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?».

Ella no fue miembro de la RAE. Hoy las mujeres suponen el 17, 7% de los sillones en ella; de las 10 academias existentes en nuestro país solo una ha sido dirigida por una mujer a lo largo de la historia.

Cuando el 82% de los españoles considera que había motivos suficientes para la huelga feminista del 8 de marzo quizá piense en estas cifras, en estos hechos y actos continuados. O piense en quién ocupa los trabajos más precarios, en quién no prefiere horas extras para poder llegar antes a casa, en quién ha sentido acoso sexual...

El poder de las mujeres es la mitad del mundo, la mitad del trabajo, del movimiento, de la vida.

Es hablar de un 50%. Es hablar de igualdad y de justicia.

A ellas.