Escritor

A casi nadie se le oculta que la poesía escrita en España a lo largo del siglo XX ha sido de una calidad comparable, según todos los indicios, a la mejor poesía española de todos los tiempos, esto es, la del Siglo de Oro. Para demostrar que esta afirmación no es desmesurada contamos con un puñado de libros de una serie de poetas que todo el mundo reconoce como nombres mayores de nuestra literatura. J. R. Jiménez, Machado, Cernuda, C. Rodríguez y Gimferrer bastarían para avalar lo que decimos. Para contribuir a desbrozar el rico pero abrumador panorama de esa poesía, Angel Pariente ha llevado a cabo un trabajo minucioso aunque imperfecto, como no podría ser de otra manera: el Diccionario Bibliográfico de la Poesía Española del siglo XX que acaba de aparecer en edición el papel (Renacimiento, Sevilla, 2003) y que ya existía en una edición en Internet: http://iris.cnice.mecd.es/diccionario-poesia/index.php.

Hay diferencias entre una edición y otra. Así, autores que aparecen en la web no son incluidos en el libro y en lo que a las notas bibliográficas se refiere aparecen reducidas, por razones de espacio, en el volumen. Con todo, estamos ante un diccionario muy práctico y completo (donde se da cuenta de ¡2.000 poetas!), con mucha información y escasos defectos. Se suele decir que no hay manera de configurar el canon aproximado de la literatura contemporánea. El tiempo, se repite con razón, es el único juez definitivo. Sin embargo, uno está con los que defienden que hay medios fiables, a pesar de las trampas del presente, para hacerlo. Para eso están ciertos manuales y diccionarios, algunas antologías, colecciones y premios, así como las reseñas de críticos solventes que aparecen en los suplementos culturales de los periódicos y las revistas literarias, etcétera.

Si nos atenemos al libro que venimos comentando, también en él podemos encontrar pistas fiables acerca de la mejor poesía contemporánea, en el ámbito nacional (en las cuatro lenguas del Estado) y, por añadidura, en el regional o autonómico. Treinta y seis son los poetas extremeños con entrada en él. De ellos, trece son tratados de forma señalada, pues, además de las referencias de los libros publicados, se añade una breve bibliografía. Si analizamos pormenorizadamente la nómina de los poetas incluidos, ningún nombre disuena (salvo el de un tal Jesús Agudo) y casi ninguno de los importantes falta, aunque no estén ni J. Antonio Zambrano ni Felipe Núñez, pongo por caso, que sí figuran en la edición electrónica.

Aunque estamos ante un libro que busca, por encima de la excelencia, la información, encontramos, entre los nuestros, menciones a Eugenio Bueno, Manuel Neila o Carlos Medrano, tres poetas poco conocidos, con una producción tan exigente como escasa. Con independencia del número (por suerte no hablamos de economía), este libro viene a demostrar también que, como algunos nos hemos empeñado en repetir, la poesía escrita por extremeños, odiosas comparaciones mediante, goza ya de la consideración que merece y está en igualdad de condiciones con respecto a la que se ha escrito en España durante el convulso siglo XX.

Recomiendo, pues, a los fieles lectores de poesía, al profesorado en general (de secundaria y universitario) y a los responsables educativos (a los del Currículum Extremeño en particular) la consulta de este repertorio bibliográfico que, como dije al principio, está llamado a permitir una visión más clara del frondoso bosque de la lírica española de la última centuria.