Querría hacer una pequeña reflexión en torno a los ahorros que solemos guardar en bancos y cajas.

Todos sabemos el inmenso esfuerzo que supone ganarlos y pensamos sin dudar que el lugar más seguro e idóneo donde llevarlos son esas entidades, pero ¡cuántas dudas nos asaltan continuamente! No pocas veces sufrimos menguas en nuestro saldo sin conocer su verdadero origen, porque la claridad no es precisamente una de sus cualidades a la hora de pasar factura.

Ultimamente resulta frecuente ver estas respetables instituciones ofreciendo lotes de sartenes y montones de cazuelas como en las mejores tómbolas o tiendas de menaje para sus clientes más reconocidos. Y me pregunto yo ¿No sería más lógico garantizarnos algunos intereses más sustanciosos por nuestros ahorros?, y mejor aún, ¿no podrían detallarnos cada movimiento en nuestras cuentas con más transparencia?, ¿o al menos faciliarnos las respuestas a las cuestiones cuando intentamos descifrar como en un jeroglífico de dónde proceden tales cobros?

Otro pequeño detalle sería mejorar su conciencia social ya que suelen ofrecer un sinfín de ventajas a los clientes con cuentas bancarias saneadas, mientras que a los pobres que disponen de pocos recursos los elevan el impuesto de mantenimiento de sus cuentas, resultándoles en muchos casos grabosos. Y si es la propia entidad la que tiene que realizar pagos, escatimar sus bienes hasta límites insospechados.

Cristina Carrasco Roncero **

Cáceres