WEw l senador socialista por la provincia de Badajoz Francisco Jiménez Araya es uno de los seis que el PSOE ha prestado al Partido Nacionalista Vasco para que pueda formar grupo parlamentario en la Cámara Alta. Según el reglamento por el que se rige este órgano son necesarios al menos diez senadores para constituir grupo y para su mantenimiento deben tener durante toda la legislatura un mínimo de seis. El senador extremeño, el más joven de todos los parlamentarios que la región eligió el pasado 9 de marzo, deberá permanecer adscrito a la disciplina del PNV durante toda la legislatura.

Son gestos que convierten a la política en un ejercicio incomprensible. Porque la gente no entiende esa decisión. Y menos en Extremadura. Y menos aprestándose a ayudar a un partido que acaba de negarse a echar del Ayuntamiento de Mondragón a la alcaldesa que se negó a condenar la muerte de un socialista, cuya mujer es de Quintana de la Serena, aunque esto sea secundario. Seguramente este senador --o el PSOE en su conjunto-- hubiera sacado menos votos si en la campaña electoral hubiera dicho a los electores que, entre sus decisiones, podría estar la que ha tomado.

Tal vez es bueno, para la política general, que un partido tan importante en el País Vasco como el PNV tenga voz propia en el Senado. Si es así, al menos que se explique. Que los dirigentes del PSOE extremeño hagan un esfuerzo pedagógico y expongan las razones por las cuales un senador que han votado los pacenses va a permanecer en la legislatura ´prestado´ al PNV. De lo contrario darán razones a quienes piensan que, una vez pasadas las elecciones, lo que queda a los ciudadanos es contemplar lo que hacen los políticos con su voto.