Después de saber que el Gobierno propone reformar (a la baja) el sistema de pensiones, se me ocurre que nuestros políticos, los que están en el poder y quienes están en la oposición pero cuya opinión también será tenida en cuenta, nos den ejemplo renunciando a sus pensiones cuando estas sean mejores, en cantidad y en la edad mínima para percibirlas, de las que son comunes para los españoles de a pie. Pienso, en particular, en aquellos políticos que han acumulado cargos con derecho a pensión. Rodrigo Rato, por ejemplo, que ha sido diputado, ministro, director general del FMI y hoy preside Caja Madrid, que tanto aboga por la reforma de las pensiones. ¿Con cuántas pensiones cuenta? ¿Desde qué edad las cobra o cobrará? Pienso en el señor Pedro Solbes, exdiputado, exvicepresidente del Gobierno, excomisario europeo y no sé cuántas cosas más. O en el propio ministro Celestino Corbacho, antes diputado autonómico, alcalde y presidente de la Diputación de Barcelona. Y en muchos más. Propongo una campaña ciudadana para exigir a los políticos que expliquen sus números, e invito a los sindicatos a estudiar la posibilidad de convocar una huelga general. Voy a cumplir 62 años. En abril llevaré uno en el paro. Cuando termine el subsidio, tendré entonces 63 y deberé jubilarme. Ya tenía asumido que, pese a llevar 15.108 días efectivamente en situación de alta en la Seguridad Social; es decir, 41 años, 4 meses y 13 días (son muchos más porque coticé por más de una empresa), jubilarme a los 63 iba a suponer un recorte en la cuantía de la pensión, lo que no dejaba de ser sangrante. Pero la reforma ahora propuesta me lo va a poner peor. ¡Qué vergüenza!

Carlos Gallén **

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