Los niños viven en el presente, los viejos en el pasado y los políticos en el futuro. Esto podría ser positivo, si pensaran en nuestro futuro, pero me temo que su preocupación reside en su futuro. De ahí, que el político siempre esté trabajando para sus próximas elecciones. Cuando el calendario, encima, le da razón, se rompen todos los disimulos y se derrumban los pretextos. Es decir, como estamos a más de medio año de unas elecciones generales, los partidos ya están en campaña, porque siete meses es una distancia tan próxima, que se nota el inquietante aliento de las urnas.

Así que queda inaugurada oficiosamente la vendimia y las encuestas. Cada día traerá su afán y su porcentaje. Y, como lo importante, es ganar, vale casi todo. Si el PP no ha dudado en usar la lucha antiterrorista como argumento, al PSOE, este fin de semana, no le ha temblado el pulso para meter mano en otro aspecto que debería quedar fuera de liza: las pensiones.

El sistema de pensiones, en el fondo, viene a ser como el juego de la pirámide. Se supone que vendrán otros que arreen, y paguen más cuotas para mantener el sistema, pero un descenso continuado de nuevas afiliaciones puede poner en peligro el tinglado. La pirámide funciona, mientras la base es ancha y el vértice estrecho, pero cada vez se alarga más el periodo de vida, lo cual es bueno para los que viven más, y nada bueno para la reserva de pensiones. Incluso llegué a creer que el plan de vacaciones del Inserso se había establecido como una fórmula para acortar la vida de los pensionistas, a través del buffet libre de los hoteles. Es una hipérbole, claro, pero toda hipérbole tiene su fundamento, como toda ironía encierra su porción de verdad.

Ha comenzado la puja. El PSOE está más limitado, porque gobierna, mientras el PP puede exagerar, por lo contrario. Pero, desde ambos puntos de vista, el futuro es muy prometedor.

*Periodista