La resaca de las manifestaciones de la líder del PSD portugués, Manuela Ferreira, prometiendo que parará el trámite administrativo para construir la parte que le corresponde de la línea del AVE Madrid-Lisboa si gana las elecciones ha sacado a la luz una inquietante posición del PP extremeño, que se puso de manifiesto ayer en el Ayuntamiento de Badajoz, cuando los concejales populares rechazaron una moción de los socialistas que pedían al alcalde que se sumara al grupo de regidores que exigen a Ferreira que mantenga el compromiso suscrito por su país en la cumbre hispano-lusa del 2003. Los ediles populares "contratacaron" con otra moción por la que exigen al Gobierno que construya la línea Madrid-Badajoz.

Es inquietante esta posición porque el mensaje que se deduce de ella es que los populares extremeños están más interesados en exigir al Gobierno español que cumpla unos compromisos que --aunque con el consabido y criticable retraso-- está cumpliendo, que exigir a su "partido hermano" portugués que cumpla los suyos, ahora que está dispuesto a no cumplirlos. Porque lo que peligra no es el AVE Madrid-Badajoz, sino el Badajoz-Lisboa. La razón por la cual el PP extremeño se empecina en ignorarlo es desconocida. Una razón que choca, incluso, con la posición del Grupo Popular en el Congreso, favorable a que el país vecino cumpla su compromiso, sea quien sea el que gobierne. Es lo que se pide de un partido cuando está en juego el interés general, y es lo que cabe exigir a los populares de esta región: que la defiendan cuando es atacada, con independencia de la posición ideológica del partido que lleve a cabo ese ataque.