Han tenido que pasar cuatro años desde la foto de las Azores, pomposo y siniestro preámbulo a la invasión de Irak, para que algunas voces del Partido Popular empiecen a reconocer que un apoyo tan incondicional a esa operación como el prestado por el entonces presidente español, José María Aznar, fue, simple y llanamente, un error.

Jaime Ignacio del Burgo, líder de la Unión del Pueblo Navarro (UPN), marca del PP en la comunidad foral, afirmó el lunes que Aznar "se equivocó" al avalar la invasión del territorio oriental, si bien el expresidente aseguró ayer en la ciudad australiana de Sydney, donde pronunció una conferencia, que la petición de una retirada rápida de las tropas extranjeras de Irak no es una buena idea porque sería reconocer la derrota.

Es cierto que Del Burgo, uno de los principales abanderados de la declinante teoría de la conspiración de los atentados de Madrid del 11-M, hizo esa declaración tal vez molesto con el escaso respeto que mostró la dirección nacional de los populares con UPN al elegir la capital pamplonesa como último escenario de su movilización callejera.

Más alejada de los avatares políticos del día a día parece la opinión del diputado popular Jesús López-Medel, precursor de una posición crítica en esta materia, quien reclama de su partido un reconocimiento de que en el caso de Irak se cometió un error. Su posición es un ejemplo de valentía en un momento en el que el cierre de filas parece primar por encima de todo. Así lo indica la primera reacción del secretario general del PP, Angel Acebes, a la declaración de Del Burgo, consistente en decir --otra falsedad-- que el diputado navarro no pertenece al PP, cuando es miembro de su grupo parlamentario y de su dirección.

La segunda afirmación añadida por Acebes de que el asunto de Irak pertenece al pasado, cuando cada día llegan noticias de centenares de muertos y nadie atisba en los foros internacionales un final próximo a tal tragedia, no da, sin embargo, derecho al secretario de organización del PSOE, José Blanco, a subir el listón de la crítica y pedir, nada menos, que José María Aznar rinda cuentas ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya por su actuación en este sangriento conflicto, como ha sugerido públicamente el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.

Blanco da así un paso hacia la radicalidad para poner en primer plano el asunto que más desgaste le costó al Partido Popular y que más éxito proporcionó a Rodríguez Zapatero. Aznar actuó en el 2003, junto a George Bush y Tony Blair, con evidente desprecio a la legalidad internacional. Fue un grave error político. Pero parece exagerado meter en esta batalla a un tribunal internacional cuando las tropas españolas, muy pronto retiradas por Zapatero, no intervinieron en la invasión y tuvieron luego un papel muy secundario.