Parecía dormido, casi apartado, pero de una semana para acá parece haber tomado conciencia de que o se mueve o, como la teoría de Darwin, muere. Los populares extremeños, desalojados del tablero de la actualidad tras el pacto presupuestario del PSOE con Podemos, han despertado del letargo y, de pronto, parecen haber encontrado su sitio en la oposición pura y dura llevando la iniciativa. Primero la constitución de la comisión de investigación de las empresas públicas de la Junta a raíz del caso Gisvesa; segundo el cambio de rumbo con respecto a la mina de litio de Cáceres y, por último, la defensa a ultranza, con Monago a la cabeza, de la prisión permanente revisable. Tres candeleros sociales donde definirse y decir a los electores ‘aquí estoy yo’ antes de que Ciudadanos se los coma por los pies.

Electoralmente hablando, a año y medio de los comicios, o te haces un hueco en la actualidad regional o vas listo. Y más teniendo en cuenta lo que les viene a nivel nacional, donde el PP no sale muy bien parado de los casos de corrupción que están pasando por el juzgado. Lo de Ricardo Costa de esta semana ha sido de escándalo, ha venido a reconocer que el PP se ha presentado a las elecciones dopado hasta las trancas con financiación ilegal y a Rajoy ni le consta ni le parece oportuno hablar ahora de cosas que pasaron hace diez años. Con estos líderes como para hacer viajes, ni alforjas se necesitan.

Las comisiones de investigación valen de poco, por no decir de nada. Pero el revuelo mediático interesa, sobre todo si pasan por la tribuna responsables del actual gobierno a quienes se les puede poner la cara colorada. No hay nada que cabree más a la gente que un enchufado o un recomendado en razón de un carnet político como ha denunciado convenientemente el PP, pero el PSOE no ha podido negarse a su constitución en la Asamblea. De hacerlo podría parecer que trata de ocultar alguna cosa. De todas formas, ojo con esta comisión dado que, al final, se ha pactado que el periodo a estudiar o a investigar sea desde 2007 hasta ahora y ahí también entra un gobierno del PP. A ver si resulta que, al final, el cazador también resulta cazado y más que denunciar lo que debe es callar.

En el caso de la mina de Cáceres ha sido un giro radical. De calificarlo de oportunidad, el PP y el ayuntamiento cacereño han pasado a decir que no la apoyan porque causaría un cicatriz irreparable al lado del casco urbano. Ello ha cogido con el pie cambiado a la Junta. Tanto que no ha tenido por menos que respetar la voluntad del Consistorio aunque ello lleve implícito grandes dosis de electoralismo. La mina de litio de Cáceres hubiera supuesto una oportunidad de empleo para esta ciudad, pero su impacto visual en un lugar tan emblemático como la Montaña ha dado al traste con el proyecto y el PP ha preferido desterrarlo antes que ello suponga su desgaste en las urnas.

Queda la prisión permanente revisable, donde Monago se ha puesto a la cabeza en la región viendo la desgana de Ciudadanos, que ha optado por ponerse de perfil, y al PSOE, Podemos y el resto de fuerzas políticas en el Congreso oponiéndose a su aplicación e impulsando una iniciativa para eliminar esta figura del Código Penal. Con un país sobresaltado por casos como el de Diana Quer, Marta del Castillo o los hijos de José Bretón, nadie quiere oír hablar de la reinserción de determinados presos que se consideran irrecuperables. Muchos ciudadanos están hartos de comprobar cómo algunos delincuentes salen de prisión y acaban por delinquir nuevamente. Ello demuestra la ineficacia del sistema penitenciario y, ante eso, la ciudadanía quiere seguridad porque tiene miedo. Solución: que se pudran en su celda.

El PP ha sabido recoger aquí, como en los otros casos anteriores, el sentir general de la ciudadanía y ha decidido ponerse al frente para representarlos. Es consciente de su debilidad actual en clave nacional y lo que corresponde es moverse. La solución pasa por no andar con medias tintas, coger la iniciativa antes que nadie y apostar por una clara posición ahora que no sólo hay un contrincante a abatir que se llama PSOE, sino otro que ha emergido desde el electorado de centro y se llama Ciudadanos. Resituada la partida, empieza el juego. A ver lo que le dura la apuesta porque el resto de fuerzas políticas no van a estar dispuestas a ser meros espectadores. Veremos.